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Llegamos al ecuador de la campaña afrontando una jornada que debe ser CRUCIAL para fijar las posiciones de las dos escuadras que luchan por el título, y nuestro General dirige sus tropas hacia la España profunda, Valladolid; cuna de dos padres de la pátria: Felipe II y el de la foto de las Azores. La batalla será en Zorrilla, bello adjetivo de mujer y vetusto estadio dejado de la mano de Dios y las inclemencias.
La historia dice que el frío de la zona, la antipatía de los lugareños y un Pisuerga recién desbordado siempre han dificultado los éxitos del Barça en esas yermas y lejanas latitudes. Pese a que la diferencia de fuerzas es sideral, con un Pisuerga FC luchando por sobrevivir en los cenagales de la División de Honor, su cacíque Mendilibar no rendirá la plaza con facilidad.
Asíduo del 4-2-3-1, posiblemente será ese el dibujo que plantará en el Campo de Marte, con un doble pivote que de más solidez a su línea más vulnerable -la defensa- que encaja casi dos goles por partido. El equipo tiene buenas bandas en Sesma,Marquitos,Sisi o Neuzet aunque su despliegue se verá condicionado por la obligación de cerrar las incursiones de Alves y Abidal y ayudar en la defensa de Henry y Messi. En el enganche Canobbio,Font o Bueno buscarán los espacios que genera nuestra defensa adelantada, mientras que la guerra de guerrillas que dificulte la salida de balón será para Manucho el de los 40 o Diego Costa, siempre atentos a los balones que se generan en trayectoria banda-área.
La lesión de Busquets le abre el 11 a Márquez en el pivote y a Chrigrinski en el eje de la zaga, en una nueva prueba de confianza hacia ambos ante un rival con una línea ofensiva resolutiva como dicen sus 23 dianas. Tras haber superado una eliminación después de 18 meses de exitosa campaña y recuperado sensaciones pasadas materializadas en la exhibición del sábado, habrá que comprobar si la conjura nacida en la sed de venganza continúa viva. Por tanto, el devenir del choque lo marcará la actitud con la que lo afronte el Barça.
Si el equipo sale confiado y entumecido, a cada minuto descontado, con cada grado que baje el termómetro, más abrupto se tornara el sendero de la victoria; y nada mas peligroso en el arte de la guerra que permitir que tu enemigo se haga fuerte…
Con el objetivo marcado y el camino claro, el partido debe durar lo que el Barça quiera que dure. Y con las condiciones mentales y físicas apropiadas debe ser 45 minutos. Tiempo en el que el equipo debe posicionarse, comenzar la presión de la infantería de primera línea, avanzar la segunda línea como un yunque hasta hacerse con el balón, comenzar a moverlo con velocidad y ocupar las bandas con la caballería que debe ejercer de martillo de ese yunque para atacar y golpear. Sin descanso.
Pese a todo, el Maligno sigue su persecución, pero ha bastado una derrota para que vuelvan sus dudas, su endogámia crónica les lleva a reclamar a GutiHaz como Comandante. Se vuelven a elevar nuevas conjuras, empiezan a medir sus posibilidades en las derrotas del archirrival y su fortaleza mengua a cada jornada de imbatibilidad del Barça.
Una victoria en la antigua sede de la Santa Inquisición, y el Ejército Oscuro afrontará su particular pesadilla de A Coruña con la espada de Damocles cerca del -8…y si eso sucede, los oráculos merengues volverán a reclamar al 7 de España, la cabeza del “Ingeniero”, la vuelta a la épica testicular y la quema del nuevo proyecto Galáctico.
La historia es sabia, en estos parajes se ganan o se pierden Ligas. Empecemos a ganar esta.