Seguimos en esta fase extraña de la temporada, un poco sosa, justo antes de que la temporada alcance ese punto tan decisivo para el equipo y atractivo para los seguidores. Me imagino a los jugadores un poco letárgicos, mirando al frente como motivación para pasar estos dos meses relativamente calmados, pasado el éxtasis y justo antes del “crunch-time”.
Encara el Barça el partido con el Getafe con su delantero estrella gripado pero el equipo reencontrado con sus esencias, creando (y fallando) ocasiones y mareando a sus rivales a ritmo de rondo.
También como el último de los partidos que a priori se presentan placidos, ideal para poner nervioso al perseguidor, que ve como pasan las semanas y la estela no se acerca, nos ven, pero no alcanzan.
Tienen tiempo para pensar porque una semana entera sin fútbol ni falsas acusaciones se hace larga.
Sin embargo, no nos podemos relajar, ni los seguidores a los que les de pereza ir al campo ni el equipo pensando en la Champions, en el Calderón o en el Sutton.
El Getafe es un equipo incomodo para los grandes, para el Barça en Getafe (vive la Copa y los numerosos puntos perdidos anteriormente), para el Madrid (vive el CONTRATAQUE).
Un equipo que se nutre de las deficiencias de las políticas de cantera de los equipos grandes para tener planteles con bastante calidad, ya que la mayoría de sus jugadores son ex-promesas de Valencia, Madrid, Atlético y otros, con demasiada presión para darles la alternativa o buenos jugadores que se van asqueados de limpiarle las botas al bluff de turno.
Este año tienen un estilo solido y vistoso en ocasiones, de la mano de un Míchel que se perfila como un entrenador sorprendentemente inteligente dados sus banales comienzos en TV.
Un centro del campo de toque con Albín y Casquero corriendo y moviendo, siempre dependiendo de que el Soldado la enchufe.
El Barça deberá basarse en su solvencia defensiva, no dejar al Getafe sentirse cómodo ni un momento y dejar que la chispa salte pronto, a partir de ahí, cuesta abajo, que Ibra recupere su confianza con un golito y que nuestros centro-campistas calibren el punto de mira. Debería ser el partido ideal para que Iniesta levante al publico y no nos tengamos que volver a sentar con un “AY”.
Los deberes bien hechos, a cenar a casa y que en Madrid sepan que todo sigue igual, que salga ante su filial con mal cuerpo, confirmando, de nuevo, que todo sigue igual.