Tengo un barullo mental con esto del continuismo. Quizás me lo podréis aclarar:
Resulta que hay un candidato continuista, un tal Delfín (?), al que se le supone que, de ganar, debería hacer lo mismo que Laporta. No obstante, el tío no para de decir, a quien quiera escucharlo, que él no haría las cosas que hace o hizo Laporta, o no las haría como lo hizo Laporta. Cojonudo.
Luego está el otro, que quiere ser continuista pero no le dejan. Laporta le echó cuatro berridos de los suyos (algún día hablaremos del carácter iracundo del presi, algo que los medios silencian y la plebe desconoce) por presentarse a eso de precandidato. Hombre de férreo carácter, no se achantó, y, como en otras ocasiones donde su dignidad fue puesta en entredicho, hizo como si nada hubiera pasado. O sea, que el tío este quiere jugar al juego de los otros, sin los otros. Vale.
Otro: No quiere continuar, aunque sale del mismo sitio que los demás. De hecho, lleva con Laporta desde esa moción de censura que infructuosamente trato de derrocar al probo Núñez. Después de quince años juntos, un día -seguro que no desayunó suficiente fibra-, se da cuenta de que su amigo es un mangante, da un (poco) sonoro portazo, y empieza a llevar la contraria en todo a su expresi. Si los otros tienen un posicionamiento poco claro, el de este es directamente turbio. No es continuista, tampoco se puede decir que sea no-continuista: Haría todo lo contrario de lo que ha hecho Laporta, pero cree que las cosas se han hecho bien. Cree en el proyecto, pero no en la gente que lo lleva a término. Un otoñal fin de septiembre, se olvida nuevamente de la dichosa fibra y se encuentra a si mismo capacitado para dirigir el cotarro. No voy a ser yo quien se lo discuta. Su lista de méritos es tal, que Lenny me ha hecho quitarla para no volver a petar el servidor por exceso de capacidad (será defecto, digo yo).
El último. Fue el primero (relevante) en saltar por la borda. Aun no ha dicho ni mu. Parece ser que será todo lo contrario al laportismo. ¡Fantástico! Sabrá de qué va el tema, ya que él fue el ideólogo, quien le dijo a Jan que esto podía manejarlo uno solo, y, consecuentemente, fue, también, el primero en ser echado a patadas. Una vez aprendido “el modelo”, con uno listo había de sobras. Desde entonces se ve que se ha dedicado a una subterránea labor de zapa, y a aparecer de vez en cuando como un mesías para darnos las ultimas nuevas de Dios: las suyas. De todos, este es el más continuista, de calle. Aunque todo el mundo lo sitúa como la antítesis del presi, es el que mejor podría emular el método Laporta, ya que en el fondo, son iguales. En la forma, uno es malcriado y egoísta niño bien, y el otro uno de esos malcriados y egoístas parvenus, ambos estrellas mediáticas a las que gusta dar espectáculo y ser objetivo de los objetivos. Incapaces de trabajar en equipo, de permitir que alguien les lleve la contraria, de aglutinar la diferencia y tolerar, solo, la obediencia, se odian por eso, por ser el reverso de la misma moneda.
Ah! No olvidemos los frikis, continuistas de una larga tradición de especialistas en el siempre exigente negocio de la vergüenza ajena. Existen los frikis pura sangre, y los otros, a los que los medios situaran en el saco, por no tener posibilidades, respaldos, carisma o luces. Irrelevantes hoy, mimémosles para que no decaigan, pues van a ser el soplo de aire fresco en el fragor electoral. ¡Y atentos! entre ellos puede estar un futuro presidente, no en vano, no sería el primero, pues una vez, Laporta fue uno de ellos.