La portada del Ass Digital (that’s what he said?) del sábado por la noche reportaba el partido Barça-Racing dedicando el titular, sorprendentemente (o no), a una falta de Márquez a Canales. La falta no tuvo ninguna trascendencia en el partido, pero al teclista de turno le pareció criminal, brutal, asesina y merecedora de sanción ejemplar.
Esto está muy bien. La prensa del movimiento, aunque no lo sepa ni sea por supuesto su intención, nos está ayudando en muchos aspectos.
El clima de deificación crispada que crea alrededor de su plantilla, y no sólo de ella, sino también alrededor de sus futuros o futuribles, no hace sino añadirles una presión gratuita, sin la cual seguramente trabajarían mucho mejor.
El penúltimo ejemplo lo tuvimos con el resultado de Lyon. Una simple derrota por la mínima en un partido de ida – que un espectador neutral catalogaría de simple resultado flojucho pero normal en octavos de UCL, y en cualquier caso claramente remontable para el visitante dado su potencial – se convierte en una tragedia nacional aderezada con ecos de destitución del entrenador y defensa panza arriba de éste ante los ataques externos e internos.
¿Qué está ocurriendo, sargento? Pues que si se pasan la vida gritando a los cuatro vientos que los suyos son la repera en barca de motor y que cualquier partido lo van a solucionar a base de goleadas, y espectáculo, entonces, el mínimo contratiempo les parece la hecatombe.
Afortunadamente para nosotros, creo que esa misma dinámica va consumir si no lo está haciendo ya a Canales, un chaval con clase y buena pinta, pero que probablemente cuando llegue el dia de su debut con el Madrid ya estará quemado.
A Canales la prensa del movimiento, a un año vista, ya lo está galactizando. Le están dando tratamiento estelar, de balón de oro, cuando el chaval aún es poco más que un juvenil con futuro. Si siguen así, que seguirán, cuando llegue el día de su debut, a menos que el cántabro anote un hat-trick con los tres goles de tacón en Old Trafford, ya lo darán por amortizado. De entrada no jugará, porque deberán jugar los ex-balones de oro y los fichajes estelares del verano, y, cuando aún no tendrá edad ni de haber empezado a triunfar, acabará traspasado en el plazo de un año máximo dos. A partir de aquí, si tiene personalidad triunfará en otro club más sensato; y si no la tiene empezará su recorrido à la Portillo por Getafes y Valladolides hasta volver lleno de experiencias y conocimientos a su Santander natal.
Muy bien, Ass, muy bien. Así, así.