Comenzaba el partido en el Mercedes Benz Arena con una sensación extraña. El Barça tenía el balón pero se le veia incómodo, incapaz de superar la presión del Stuttgart, que ha salido a por todas y con un planteamiento muy claro, robar y correr. Y correr han corrido, como jabatos. Mientras, los jugadores de Guardiola, todavía no tenían nada claro que esto es la Champions, y el más tonto hace relojes, así que se han dejado comer el terreno, perdiendo los choques, dejando escapar los rebotes, resbalando en el duro cesped teutón y en definitiva mostrandonos una monumental pájara. Pases al contrario, fuera o hacia atrás eran la tónica del juego azulgrana, mientras que poco a poco el Stuttgart se hacia no sólo con el control del partido, sino con el control del balón.
Como parecía inevitable, en el minuto 25, un centro medido de Gebhart desde la derecha, es impactado por Cacau de cabeza, perforando las mallas de la porteria de Víctor Valdés que no podía hacer nada contra el obús del brasileño. Uno a cero que reflejaba perfectamente lo que estaba sucediendo en el terreno de juego y que además no servía para hacer reaccionar a los nuestros. El Stuttgart seguía ganando todos los balones, por alto, por bajo, pasandose el balón con mucho criterio y con dos puñales, Cacau y Pogrebnyak que cada vez que recibían, se lanzaban directos hacia la porteria culé. Sólo podemos anotar a favor del Barça un tímido chut de Messi, que de rebote en rebote acaba lamiendo mansamente el palo de la portería de Lehman mientras que por parte del Stuttgart, Pogrebnyak, en su enésima aventura, casi consigue colar un balón entre las piernas de Valdés.
Todo cambiaría a la salida del segundo tiempo. Pep mandó a Iniesta al centro del campo, el Barça se hizo con el balón y fruto de este dominio azulgrana nació la jugada del empate. Balón colgado que baja Piqué y remata, dos veces, Ibrahimovic. Por momentos parecía que, a pesar de lo que había mostrado la primera parte, el emperador seguía vestido. Minutos de dominio azulgrana en los que se producirían dos cambios, primero Henry substituia a Touré, dejando a Busquets como medio centro, y luego Milito saldría por Marquez, que tenía una tarjeta amarilla y cuya falta de velocidad hacía presagiar una posible segunda tarjeta. De todos modos el Stuttgart en ningún momento le ha perdido la cara al partido y Hleb, Cacau y sobretodo un sorprendente Molinaro, se han erigido en un peligro constante, que si bien no era tan claro como en la primera parte seguía recordandonos que esto no es la “Liga de las estrellas” y aqui quién juega con fuego se puede quemar.
Se lleva el Barça un resultado aceptable de Stuttgart, además de una buena lección que sin duda Guardiola aprovechará. Se acabaron las tonterías. En el Camp Nou, posiblemente sin tanto resbalón inoportuno y, lo que es más importante, con la lección bien aprendida, tendremos ocasión de dejar bien claro que seguimos siendo los mejores.