Uno observa con cierta perplejidad hasta qué punto estamos degenerando y sobre todo hasta qué punto ciertas profesiones, bien pagadas muchas veces pero con más responsabilidad de la que se piensa, han degenerado gracias a ciertas licencias liberticidas que, al amparo de la sobada libertad de expresión, hacen de la propaganda su modus operandi. Una vez alguien me dijo, tirando de frase hecha, que todas las opiniones son válidas. Aquello me hizo pensar que ciertamente todas las opiniones eran válidas… , menos las que no lo eran.
El antibarcelonismo furibundo instaurado por ciertos directores que añoran tiempos pasados está alcanzando cotas que, por decirles algo que quizá les haga reflexionar, se pasa por el arco del triunfo esa sarta de buenas intenciones y comportamientos sobre los que versa cierto himno. Lo de dar la mano cuando se pierde sin envidias ni rencores que lo haga otro.
El caso es que un análisis tan o más superficial pero seguro que mucho más contundente me hace llegar a la conclusión de que los villaratiles sostienen sus dogmas (éstos sí que de fe) en la subjetividad galopante y sobre todo en el pensamiento de que siempre los errores que benefician al Barça tienen un porqué.
La cuestión es que uno repasa los errores que los árbitros han cometido a favor del Barça y puede constatar como todos han tenido el porqué conspiranoico: desde el 2003 (o 2004 qué más da) todos los errores han tenido “el” denominador común. Y mira que ha habido jugadas en tantos años que siempre, como una reacción causa-efecto, el error beneficioso hacia el Barça ha tenido una explicación monoforme. ¿ No ha podido nunca equivocarse un árbitro de verdad ?. Según hemos podido comprobar estos años, no.
Hablaba más arriba de la subjetividad en la que se apoya el argumentario villaratil y es perfectamente constatable la especial saña con la que se juzgan las jugadas según convenga. Cualquier contacto de un defensor culé en el área ha sido proclamado a los cuatro vientos como penalti.
Hace tiempo que vengo pensando sobre los pilares del Villarato y he llegado a la conclusión de que tan fraudulenta teoría se sostiene en los siguientes puntos:
1- Máxima severidad para con el Barça en el análisis de las jugadas (penalti de Piqué a Cristiano).
2- Máxima condescendencia para con los rivales (agarrones a Gudjohnsen de hace dos temporadas).
3- En una extensión de lo anterior, pero creo que con identidad propia, máxima condescendencia con el Madrid (supuesto penalti del portero del Lyon a Cristiano).
4- Omisión sistemática de aquellos hechos contradictorios y fuera de lugar en un prediseñado cuadro clínico (perjuicios al Barça, mano del Inter en San Siro por ejemplo, final del mundialito de clubs).
Se admiten sugerencias, pero la impresión que me queda es que toda esta parafernalia se sostiene en la subjetividad más evidente, a excepción de lo de la omisión, y de que estos personajes han recrudecido su forofo periodismo.
¿ Tan importante es que el Real Madrid gane ?.