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Pascual rompe la pana

Tras derrotar con solvencia al Unicaja de Aíto en el temible Martín Carpena, al Baskonia de Ivanovic por 28 puntos de margen en el Palau y al Madrid de Messina por un total de 41 en dos desfiles prêt a rompêr, Xavi Pascual y su devastador Barça de punto de Creus echaron de la Euroliga al Panathinaikos de Zeljko Obradovic. La aristocracia de los entrenadores se rinde a su nuevo integrante, que ayer honoró al todavía campeón en su discurso de ingreso a tan selecto club.

“Quiero empezar teniendo un elogio y una admiración para el Panathinaikos, el actual campeón de Europa, y para Obradovic, el más grande entrenador de Europa. Perder el primer partido del Top16 carga de presión y con esta situación al límite el Panathinaikos ha perdido los demás partidos”. Sabe de qué habla. También él cayó eliminado contando por derrota sus primeros partidos de Top16 apenas unos días después de recoger la envenenada herencia de Ivanovic&Savic.

Dos años y un excelente director deportivo después, el cuento ha cambiado. Pascual ya no es ni el de los problemas de ascendencia entre su plantilla ni el del cero de cinco títulos, sino el nuevo talento de los banquillos al que sus colegas miran asombrados, en el que sus jugadores ya confían ciegamente, al que sus aficionados empiezan a venerar y al que los medios catalanes siguen ensalzando. Aunque, a decir verdad, esto ya lo hacían con la sucesión de sinsabores iniciales, en lo que supuso un radical cambio de tercio tras tres años de leña al Dusko.

El dragon khan del OAKA nos dibuja un panorama nuevo en este equipo, el del plan B ejecutado con maestría, sangre fría y una alta dosis de bendita intermitencia en algunos elementos clave. Se mantuvo dentro del partido el Barça gracias a los destellos del pianista del equipo, Erazem Lorbek, que anoche ofició de bailarín de claqué ante el leñador Pekovic, y sobretodo al variado repertorio del granítico Mickeal, que volvió a emerger cuando acostumbra: en los peores momentos de su equipo.

También Grimau y Basile habían aupado al equipo a base de triples y defensa, y hasta Lakovic nos había mostrado su versión más consistente dando descanso a un desacertado Ricky. Sirvió todo esto para revertir el calamitoso inicio y ponerse por delante en el marcador, pero no para mantener tan privilegiada posición. El ¿base? esloveno se caricaturizó a sí mismo y volvió a estar presente en las dos remontadas del primer tiempo. Primero la propia y después la del rival.

Pero como a Jaka aún le quedaban un par de triples en la recámara Pascual volvió a confiar en él cuando, a mediados del último cuarto, el electrónico resucitaba las aspiraciones griegas en el grupo: 61-50. De ahí al final, 6 a 24 para los azulgranas, que completaron los mejores últimos cinco minutos que este humilde cronista le recuerda al Barça a domicilio en partidos de enjundia.

Tuvo mucho que ver en ello el tiempo muerto solicitado por Pascual, todavía por debajo en el marcador, y con Lakovic y Navarro amenazando con intentar solucionar el envite desde los siete metros. Volvió el míster azulgrana sobre sus pasos de Belgrado y sentó al esloveno, para sorprender a Obradovic con la entrada de Ricky y con tres jugadas interiores que volteaban definitivamente el partido.

Con el viento ligeramente a favor volvió a aparecer Navarro para sentenciar el partido a lo Bodiroga, desde la linea de tiros libres. Certificó con sangre fría el de Sant Feliu lo que la defensa de sus compañeros y el acierto de su entrenador habían puesto a huevo. El mejor equipo de Europa acababa de romper al Pana. Ahora sólo queda sucederle en París.