De la whiskypedia:
Dícese de la supuesta capacidad única del Real Madrid para ganar partidos por raza, escudo y cojones, independientemente de la época, de la bondad del planteamiento táctico de su entrenador o de la calidad individual y colectiva del equipo.
Estaríamos hablando de un rasgo, pues, y no de un estado. De ahí lo de gen.
El gen ganador sólo se manifiesta cuando el equipo madridista está contra las cuerdas y con la necesidad de protagonizar lo que se conoce como ‘remontada’. Es un gen, pues, que se activa sólo bajo ciertas condiciones ambientales.
Y es un gen que además y contra toda lógica se transmite al jugador no a partir del genoma de sus padres, sino en el momento de plasmar su firma en el contrato que le une al Madrid. Se desconoce, hasta el momento, cómo ello tiene lugar.
El gen pone en marcha una serie de mecanismos en virtud de los cuales los jugadores del Madrid, al oler la derrota, se imbuyen a eso del minuto 10 de la segunda parte de una autoconfianza bestial y arrolladora. Futbolísticamente, ello se traduce en un tsunami de fútbol de ataque insoportable para el rival, en un vendaval de ocasiones de gol inimaginable para el espectador medio, en una velocidad y un empuje nunca vistos, y en una avalancha de presión y asfixia al contrario que, indefectiblemente, acaba dando el triunfo al Madrid entre el minuto 87 y el 93.
El culerdo clásico, rebosante de nuñismo y maldad, detecta perfectamente cómo y cuando se dan las condiciones ambientales idóneas para el desastre e, hiperpráctico como es, le dedica una peineta al tema, se dice para sí mismo o al yoya ‘això ja ho he vist abans’, apaga el televisor, y se sumerge en el sofá, indefenso y apesadumbrado, aguardando estoicamente a que acabe el partido y se consuma lo inexorable. Cuando cree que todo ha terminado, enciende la radio o abre su navegador, comprueba que efectivamente el Madrid se ha llevado el gato al agua, lanza algunas imprecaciones, y se va a la cama sintiéndose solo, derrotado, impotente, y harto de luchar contra los elementos.
Casi todos, alguna vez, hemos creído en la existencia de esta rara mutación. Yo el primero. Cifras en mano, en cambio, resulta que el gen ganador no resiste el más mínimo análisis. Las remontadas cada vez son menos frecuentes, y sólo las vemos ya un par o tres de veces al año. Como cualquier otro equipo, vamos.
Pero eso no quita que el Madrid sea un equipo luchador, confiado, con hambre, y que históricamente ha sabido sacar mayor provecho de plantillas mediocres. Como en la disco, que el que se lo cree, acaba tocando más cuixa.
Pero el punto aquí es que el culé odia tanto al Madrid, tolera tan y tan mal sus triunfos sobre todo cuando éstos se consiguen in extremis, que el recuerdo de dichas experiencias puntuales es tan intenso que acaba por llevarle al error cognitivo de la generalización.
Y luego, sin duda, tenemos la potencia del aparato mediático brunetil, medida tanto en megatones como en megatontos, que amplifica esas escasas gestas hasta niveles tan elevados que todavía hay jugadores y técnicos como los del Sevilla que, en un momento determinado, demuestran creer en dicho gen y se cagan en los pantalones, adoptan un repliegue suicida, y regalan la victoria a un, digámoslo también, espléndido Madrid como el del otro día.
Lo que quiero decir es que el gen ganador del Madrid sí existe, pero existe en los ojos de sus rivales, y no en su propio genoma, y que ello es debido sobre todo a la propaganda nacionalmadridista que por un lado dota a los suyos de una confianza ciega en ellos mismos y por el otro intenta amedrentar la capacidad competitiva del resto de equipos de la Liga de las Estrellas haciéndoles creer que al final, hagan lo que hagan, van a acabar perdiendo.
Y por ello en Europa ya hace lustros que el Madrid no consigue remontadas épicas ni mandangas. Los rivales de Champions respetan al Madrid, evidentemente, pero no tienen que soportar el hedor de la caverna y de ahí que ni le tengan pánico ni le regalen los triunfos. Y ello seguirá siendo cierto aunque al O. Lyon le caigan siete, que por pasar, puede pasar.
Coño, si ni siquiera los rivales de segunda B que se enfrentan al Maligno le tienen ya el más mínimo respeto.
Aprendamos de estos equipos, y que se metan su gen por el culo!!