Cuenta el Génesis que Dios, el amo del cotarro, creó el mundo en siete días. Como quien no quiere la cosa, durante los seis primeros dio vida a la noche y al día, al cielo y al mar, al sol y a la luna, a las plantas, a los animales, a los humanos y a las bolas chinas. Y el séptimo día, decidió descansar, porque el trabajo ya estaba hecho. Si le hubiera dedicado un poco más de atención al asunto en lugar de echarse a la bartola, tal vez nos hubiéramos ahorrado terremotos, volcanes, huracanes, meteoritos, el Real Madrid y otros pequeños desajustes.
Hay otros dioses, sin embargo, que tampoco se quedan atrás. Messi, sin ir más lejos. La divinidad blaugrana también ha construido todo un mundo propio en sólo siete días, y sin despeinarse. Empezó con un hat-trick ante el Valencia, le coló un par al Stuttgart y completó el breve pero intenso periplo con un partido inolvidable en la Romareda. Ocho goles en los últimos tres partidos para mantener el equipo en lo más alto de la Liga y darnos el pase a cuartos en Champions. La omnipotencia que ha mostrado en esta última semana ha sorprendido hasta a sus creyentes más fieles y ha abatido toda duda entre los más agnósticos. Es nuestro ser superior. Y mientras el Dios cristiano camufla sus propios errores achacándolos a los pecados del hombre, el blaugrana prefiere correr un tupido velo sobre el pecaminoso juego del Barça de los últimos tiempos con sus milagrosas actuaciones. Pero después de su gran obra, de su inmenso sacrificio, al igual que el otro sumo creador también merece su día de descanso.
Ese día debe ser el miércoles, en el partido de liga en casa ante Osasuna. Llega la hora que otros asuman el protagonismo. El calendario que nos viene encima es tremendo, pero la cita ante los de Camacho se presenta asequible. Osasuna vive uno de sus peores momentos de la temporada. Acumula seis partidos seguidos sin ganar y fue tristemente derrotado el domingo en su campo por el Racing, otro equipo que parecía en caída libre. Además, llega al Camp Nou plagado de bajas (Sergio Fernández, Walter Pandiani, Carlos Aranda y Dady) que se han cebado especialmente en sus delanteros. Su zona de ataque ahora mismo es un solar. No se puede dar ningún partido por ganado, pero es difícil que este Osasuna pueda plantar cara a los de Guardiola, como sí lo hizo en el siempre incómodo Reyno de Navarra. A no ser que juegue Márquez, claro…
Así que la apuesta debe ser clara: Messi al banquillo a la espera de retos mayores, Iniesta de vuelta al mediocampo e Ibra y Henry arriba con la compañía de Pedro. Este partido lo deben resolver ellos, es su turno. Especialmente el de Ibra. Necesitamos su mejor versión de manera inmediata, y este miércoles es un momento inmejorable para empezar a recuperarla. Si no lo hace, si en lo que queda de temporada mantiene su deprimente devenir de este 2010, las posibilidades de acabar tocando pelo se reducen muchísimo. Porque Messi, aunque no lo parezca, no puede hacerlo todo.