Esta noche tenemos diferentes motivos, que obligan, por los que hay que ir al Camp Nou; primero porque hay que ganar a Osasuna y volver a ser líderes, al menos por 24 horas, que ya tengo ganas. Otro, porque se cumplen veinticinco años de la “Liga de Valladolid”. Y finalmente, porque es una ocasión única de homenajear como se merece a aquel equipo y , sobretodo, a Urruti.
Debe ser por los nervios, pero suelen quedar grabadas en mi memoria las vísperas y las horas previas a los grandes partidos del Barça, y , por una rutina nemotécnica, recuerdo fechas, acontecimientos familiares (ya sean eventos alegres o desgracias) y etapas de mi vida, y los asocio sistemáticamente con títulos, jugadores, partidos, entrenadores, temporadas … De esta manera sé que me hice (hicieron, más bien) socio cuando estaba en 1º de EGB, o sea en el 76, que estaba en 2º de BUP el año de Sevilla, que mi hijo nació el año de la Primera Liga de Rijkaard un par de días después de ganar en la Romareda, …y así sucesivamente. Así es y así será.
Así pues, el 24 de Marzo de hace un cuarto de siglo yo estudiaba 1º de BUP en mi colegio de toda la vida, en el centro de Barcelona; y estaba de exámenes trimestrales, de ésos que en tres días, normalmente lunes, martes y miércoles, hacías todas las asignaturas. Y recuerdo muy, muy bien que ese domingo me tocaba “estudiar” Ciencias Naturales; no sé muy bien el motivo, pero a pesar de sintonizar ya TV3, en mi casa no estábamos mirando el partido por la tele sino que escuchamos a Joaquim Maria Puyal en Radio Barcelona. Creo que ese día no dieron el partido en directo, o quizás hicieron conexiones puntuales. Ya sabéis, faltando un par de minutos para el final, el asquerosísimo Sánchez Arminio (Victori-ano), nos quiso joder la fiesta y pitó penalty. Ni me importa saber si fue o no fue, pero apuesto a que no (que te den HDLGP, capo de los colegiados). La cuestión es que el mundo se hundió a mi alrededor (¡todavía faltaban cinco jornadas para acabar la Liga!), rompí a llorar y no quise escuchar más a Puyal. Salí a la terraza para olvidarme de todo, y por momentos pensé lo fácil que sería tirarme de ese séptimo piso… lo demás ya es historia. Vino el “Urruti, t´estimo” y mi padre salió a la terraza a abrazarme, también llorando, chillando “l´ha parat, l´ha parat!”.
Recordando, después de tantos años, esa Liga, la única conclusión a la que llego es que es un ejemplo paradigmático de lo anormal que era el Barça y de lo extraordinariamente “poco grande” que era. Sí, solíamos levantar trofeos, si se mira bien, prácticamente cada año mojábamos, … pero no nos lo creíamos (o sólo de boquilla) y ganar una Liga era poco menos que una odisea; de hecho era muy común entre el barcelonismo la teoría de que para ganar la Liga debíamos llegar al final con al menos diez puntos de ventaja sobre el segundo, en muchas Ligas, curiosamente, el Atl. Madrid. Era una época muy, muy dura, la del cemento en el Camp Nou, la época en la que si ibas a España y decías que eras del Barça se te choteaban en la cara, … ¡pero qué orgullosos estábamos de los nuestros!
Pero quiero recordar (y dar mi humilde homenaje a esos campeones) esa Décima Liga, porque es la Primera Liga para, estoy seguro, más de la mitad de los yoyeros. Excepto integral, cherinola y Enric67, pocos recuerdan la Liga de Cruyff, y ya no digamos la del año 60. Yo mismo, recuerdo a Cruyff jugador en el Camp Nou y la Copa ante el Las Palmas, incluso un fogonazo de oídas del día del debut ante el Granada, pero no fui consciente de esa Liga ni del 0-5.
Veníamos de las salidas traumáticas del club de Johan I y Johan II, de la llegada a Núñez al poder, de la ampliación del Estadi, de un secuestro (ya lo último que podía pasarnos) y de las roturas de piernas de nuestros cracks por parte de un tontolaba al que hicieron internacional, … éramos un club provinciano, acomplejado y sumamente perdedor. Habíamos tirado por la borda, ante la incredulidad de los barcelonistas,un equipo que, no era nada del otro jueves, pero que tenía a los dos mejores jugadores del mundo de la época. Núñez quiso dar su penúltimo golpe de timón , uno más, y traer a Bobby Robson para sustituir a Menotti, pero estaba comprometido por su selección para preparar el Mundial de México; Robson, viejo amigo de Núñez desde la época de las eliminatorias del Barça con el Ipswich Town, fue el que aconsejó el fichaje de Terry Venables. El inglés fue una sorpresa, aunque ya sabemos lo de Hugo Sánchez, y dio con la tecla para sacar el máximo rendimiento a unos jugadores que estaban entonces en plenitud física; Lattek había puesto la semilla, con Menotti crecieron y con Venables dieron frutos (luego se marchitaron y perecieron, no sin antes hacer un ruido de narices, tot sigui dit). Los Víctors, Gerardos, Carrascos, Rojos, Archibalds, Closes, Alexankos, Amadores… se pusieron a las órdenes de Schuster, uno de los tres (bueno, ahora ya, cinco) mejores jugadores que he visto de blaugrana. JUGADORAZO, nens. Tuvo la mala suerte de no haber nacido unos ocho años más tarde, porque sino hubiera liderado el Dream Team de Cruyff; siempre he pensado que en lugar de Koeman ponías a Schuster a la edad de Koeman y ese Barça hubiera ganado unas cuantas Copas de Europa. Ojo, sin desmerecer a Ronald, todo lo contrario. Con Schuster, Urruti y once más es un Pecado Mortal, por el que muchos deberían subir descalzos y de rodillas a Montserrat para hacer penitencia, no haber ganado nada más. Bueno, en realidad ganamos al año siguiente la Copa de la Liga.
Recuerdo que a la semana siguiente de Valladolid, en la previa del partido ante el Sporting de Gijón (2-0, el primero de Clos, creo) se hizo una fiesta grossa en el Camp Nou, con representantes de las nueve Ligas ganadas anteriormente.
Y que fue un verano muy feliz. Gracias a todos por aquella Liga.
“Urruti, t´estimo”
Visca el Barça!
Brian Syrup
Trabajando: me apena mucho que Migueli no pueda estar.