Dado el suceso definitivo de Lionel Messi en Barcelona, las comparaciones con Diego Maradona y la coincidencia de que ambos jugaron en el Barcelona, La Redó y el sitio catalán, el Yoya, se juntan para analizar sin fundamento alguno (?) el paso de ambos por la institución culé.
Luego de recibir algunas buenas ofertas, la más importante la de River, Maradona deja Argentinos Juniors en 1981 y se va a jugar a Boca Juniors, que, a pesar de su floja situación económica, logra obtener al jugador en préstamo con opción a compra. Con múltiples inconvenientes deportivos, dirigenciales, con los barrabravas y algunos compañeros, Boca de la mano de Maradona logró el Metropolitano de ese año, el único título local del club de la Ribera en esa década. Maradona obviamente sería el artífice de este logro, característica esta que lo acompañaría siempre en su carrera: cada equipo campeón con Maradona en su alineación tendría una participación tan decisiva de Diego que sin la presencia de éste se pondría en duda la capacidad del equipo en general.
El último partido de Maradona en Boca sería una derrota ante River, en febrero de 1982. Comenzaría una larga tratativa con Barcelona y una aún más larga concentración para el Mundial de España de ese año. Maradona estuvo alrededor de 4 meses con la Selección Argentina de Menotti en ese fallido mundial para la Albiceleste. Al término de dicho Mundial ya se oficializaría la llegada del Dié a Barcelona en 1.200 millones de pesetas, es decir, unos 7.2 millones de Euros, una barbaridad para la época. El técnico en ese Barcelona era el alemán Udo Lattek y el Dié si bien aportó algo de lo suyo, se agarró una hepatitis lo que le impidió jugar por algunos meses, meses en los cuales Barcelona quedó afuera del torneo y de la Recopa de entonces. El bueno de Lattek fue despedido y en su lugar llegaría el Flaco Menotti.
Con Menotti la cosa no mejoraría demasiado, llegaría a alcanzar un cuarto puesto en la Liga pero sí alcanzaría a ganar la Copa del Rey de 1983 ante el Real Madrid en un recordado partido en Zaragoza. Siempre se recuerda que ese fue el único título ganado por Menotti y Maradona en Barcelona. Pero no, no hay que olvidarse de la Copa de la Liga, una competición oficial que existió entre los años 1982 y 1986, una copa que se inventara el ex presidente de Barcelona, el querido (?) Núñez con fines meramente comerciales. Bueno, esa final también la disputarían el Barcelona y el Madrid y ahí de nuevo los catalanes se impondrían en el segundo partido por 2-1, Maradona convertiría en ambos cotejos finales, siendo particularmente recordado el gol en el Bernabeu, con aplausos incluidos.
La siguiente temporada sería la de la patada criminal del, luego formador de juveniles en los seleccionados españoles, Andoni Goikoetxea. Por lo único que se lo recuerda a este pobre tipo es por esa entrada artera que sacó a Maradona de las canchas por alrededor de cuatro meses. Pero tanto tiempo afuera fue determinante para que Barcelona no peleara nada. Volvemos a lo dicho anteriormente: por presencia o por ausencia, por acción u omisión, todo equipo que tuviera a Maradona en sus filas llevaba a la ineludible interpretación de que se ganaba o se perdía si se contaba con él o no. De todas formas, en ese año el Barcelona llegaría a otra final de Copa del Rey y justamente contra el Atlético de Bilbao, el club del homicida (?). Ganarían los vascos finalmente pero sobre el final llegaría una de las grandes tanganas de la historia del fútbol mundial con una patada memorable del Dié al jugador Sola y una gresca generalizada inolvidable. Maradona sufriría una sanción de tres meses para competencias internacionales.
Así llegaríamos al final de la etapa barcelonista del Dié. Las peleas con Núñez, la caza de los defensores rivales a sus tobillos de manera sistemática, la connivencia de los árbitros con esta situación y las torpezas dirigenciales de la Federación Española de Fútbol llegaron al punto de que el pesado de Núñez aceptara la oferta del Nápoli y Maradona fuera finalmente transferido al club de Salvatore Bagni (?) en algo así como 8 millones de euros.
Podría haber sido el rey de Barcelona por siempre, podría haber continuado la línea de Cruyff en el club y haber jugado para siempre ahí, podría haber hecho historia con esa camiseta ubicándolo definitivamente como “el” club del fútbol mundial. Pero una enfermedad, una lesión provocada con malicia, un entorno dirigencial poco idóneo y un primer acercamiento a la droga fueron el desencadenante de que su glorioso fútbol explotara a nivel europeo en el Calcio. Jamás volverían a ver a un zurdo argentino, desequilibrante, atorrante y talentoso brillar de esa manera en el club catalán. Jamás volverían a verlo hasta que el chico de laboratorio finalmente recibiera una transfusión humana (?) y comenzara crecer y crecer. Lionel Messi, un chiquito rosarino, vendría a heredar y a completar ese paso inconcluso de Maradona en Barcelona. Unos veinte años más tarde, el turno era suyo.
Conocemos de sobra la historia de Messi, así que chau (?). Messi nació en 1987 en Rosario, el mismo día pero no el mismo año que nació otro 10 glorioso que brillara en Camp Nou, Román Riquelme (?). Jugó en las infantiles de Newell´s hasta el año 2000. En 1998 se fue a probar a River y obviamente gustó, pero ahí le detectaron una enfermedad hormonal que costaba casi 1000 dólares, una fortuna para River (?). Cuestión que le dijeron al pibe, “andá, que te cure el Barcelona gilipollas” (?). El padre de Messi, el venerable Jorge, pensó “bueh, aposté todo al pibe, ahora cagué, me voy a cambiar cueritos a España” (?). Los Messi tenían familia en este país y se fueron todos para allá.
Messi tenía 13 años entonces y un día se fue a probar a Barcelona. Para suerte de él, justo Carles Rexach estaba supervisando un entrenamiento, Messi a pesar de ser más chiquito que todos se las ingenió para mostrar ya su talento. Barcelona decidió incorporarlo y pagarle el tratamiento que constaba insertarle hormonas de crecimiento entre otras cosas (?). De esta manera, Messi ya quedaría oficialmente incorporado al club catalán y jugaría para las categorías juveniles del Barca llamando el interés de todos. Debutaría en 2003 en un amistoso ante el Porto, un año más tarde jugaría en el Barcelona B y anotaría su primer gol ante el Girona. También en ese año debutaría oficialmente en Primera División enfrentando al Espanyol.
A partir de entonces la historia es aun más conocida, así que ahora sí chau (?). Messi entraría en los segundos tiempos en muchos partidos, tiraría paredes con Ronaldinho, asistiría a Eto´o y tocaría con Deco. Ese Barcelona sería campeón y este sería su primer título oficial. Luego jugaría y ganaría un mundial juvenil con Argentina y a partir de allí el Barcelona le haría una famosa cláusula de rescisión de 150 millones de euros, extendiendo su contrato siempre un poco más, ahora está extendido hasta el 2014. A partir de 2007 Messi ya sería decididamente una estrella del Barcelona y del fútbol mundial. Goles inolvidables, explosión, juego sorprendentemente veloz, calidad fuera de lo común, gambetas, goles, caños, zurda, su juego era, y es, curiosamente, una explosión hormonal permanente. Un humillador permanente del Real Madrid nada menos, un promotor de jugadas y goles que son recordados por siempre, Lionel Messi además fue el artífice de una de las temporadas más gloriosas de la historia del Barcelona en la temporada pasada. Gloria que continúa aun en esta, donde mete de a tres goles cuando le viene en gana. Con ese 10 en la espalda, herencia de Ronaldinho desde el año 2008, con el logro de haber sido elegido el mejor jugador del mundo por FIFA, de haber obtenido el Balón de Oro y también un Olimpia de plata (?), es una invitación permanente para todo aquel especialista y neófito del fúbol que tenga ganas de mirar un partido y deleitarse un rato. Aunque el rival sea el Valladolid, el Almería o el Xerez, no importa, si juega Messi siempre hay algo para ver.
La historia de Diego en Barcelona terminó, aunque andá a saber si algún día es entrenador culé. La historia de Messi se está escribiendo a cada rato. Ambos comparten una zurda increíble y una pasión por la pelota pocas veces vista. Lo que gustaba de Maradona era entre muchas cosas, su devoción por jugar a la pelota, hacía gala del divertimento cada vez que jugaba, pocos como él hacían notar la importancia de la pelota como objeto y como juguete. Messi es exactamente igual. La mayor virtud que se nota al verlo jugar en Barcelona son sus ganas de pasar un buen rato pateando, haciendo goles, tocando, disfrutando.
Ahora coinciden ambos en otro lugar, la Selección Argentina. Uno como entrenador, el otro como su jugador más importante. Hasta ahora ninguno pudo destacarse en sus respectivos roles, hasta ahora Maradona no ha sabido mostrarle a Messi que la Selección puede ser ese lugar donde también el pibe rosarino pueda disfrutar. Messi no funciona en la Selección argentina por una cuestión meramente gánica, por esa falta de comodidad del entorno, tal como le pasara a Maradona en 1984. Messi ahora tiene casi la misma edad que Maradona cuando se fue de Barcelona y podría decirse que ya ostenta el título de haber sido el mejor jugador argentino en haber pasado por la institución. Lionel Messi, en Barcelona, ya fue más que Diego Maradona. ¿Importa eso? Para los hinchas y espectadores poco y nada. Lo importante es que, justamente, no importe para los protagonistas. Una vez de que Messi se convenza de ello y de que sea Maradona quien fortalezca y propicie dicho convencimiento, estaremos ante ese jugador definitivo y total que finalmente comparta ese lugar de privilegio de quien valía 10 palos verdes y se llamaba Maradona.
Ernesto, articulista de La Redó!
(En La Redó podréis encontrar también el post del yoyero Lucius Vorenus sobre el mismo tema)