Sevilla, 2 – Barça, 3
Una hora inicial de fútbol primoroso y veinte minutos finales tirando de oficio permitieron al Barça obtener una importante victoria en el Sánchez Pizjuan y dar un gigantesco paso para la consecución del título de Liga. El equipo azulgrana salió enchufado al césped hispalense desde el pitido inicial y Leo Messi marcaba con la zurda su trigésimo segundo gol a los cinco minutos de partido con un remate a la media vuelta tras buena asistencia de Maxwell. Con la tranquilidad del madrugador resultado a favor el Barça controlaba cómodamente el partido, monopolizando el balón, con Sergio y Keita como esforzados escuderos de un clarividente Xavi quien, a la media hora de juego, asistió a Bojan para que el delantero de Linyola marcase el segundo gol azulgrana. Los hombres de Guardiola, con un Alves hiperactivo y profundo, manejaron inteligentemente el encuentro hasta el descanso, con la salvedad de una extraordinaria intervención de Víctor Valdés a remate de Luis Fabiano, un serio aviso de que el rival era un buen equipo buscando su billete para la próxima edición de la Champions League.
A los diez minutos de empezar la segunda parte las cosas parecían ponerse todavía mejor para el Barça con la expulsión de Konko por doble amonestación y, cumplido el cuarto de hora, Pedro soltaba desde fuera del área un latigazo inalcanzable para un Palop que previamente había salvado un par de remates venenosos de Bojan y Messi. Con el cero a tres en el marcador el estado de felicidad era insuperable para la parroquia culé porque, además, el Athletic Club empataba a uno en el Bernabéu, resultado que proclamaba al Barça matemáticamente campeón de Liga. Llegados a este punto hay que abrir un paréntesis para quitarse el sombrero ante Pedro: el jugador canario ha ofrecido un rendimiento inesperado y extraordinario, desintegrando a base de goles, trabajo y actitud el escepticismo de numerosos socios y aficionados azulgranas. Ante la dimisión irrevocable de Thierry Henry, la fulgurante irrupción de Pedro ha sido una de las mejores noticias de la temporada.
Y de repente llegó la descomposición más extraña en apenas cuatro minutos: primero Bojan fallaba una clarísima oportunidad a puerta vacía tras un pase en bandeja de plata de Messi y a continuación el Sevilla, pese a su inferioridad numérica, lograba marcar dos goles que ponían el susto en el cuerpo: Kanoute eludía a Puyol con un control orientado para fusilar luego a Valdés y, en un despiste monumental y colectivo de la defensa blaugrana, Zokora sacaba rápidamente una falta y su pase lo aprovechaba Luis Fabiano para acortar distancias y desenterrar el fantasma de Sobis, que planeó amenazante sobre el Sánchez Pizjuán. Mientras tanto el Real Madrid tocaba a rebato en su estadio en pos de una victoria que acabó siendo goleada y Pep Guardiola bebía agua a sorbos en el banquillo con lógico semblante de preocupación.
Los últimos veinte minutos del partido son, con toda seguridad, una nebulosa para cualquier aficionado blaugrana: nervios, ansiedad, imprecisiones, el reloj que avanzaba lento, un reino por un desfibrilador… Hasta que por fin el árbitro señaló el anhelado final y un generoso suspiro de alivio fue emitido al unísono por toda la masa culé. La victoria del Barça fue absolutamente merecida aunque más sufrida de la cuenta por el puntual cortocircuito en el ecuador de la segunda parte. No obstante convendría guardar la euforia en el fondo de un cajón y las botellas de cava en un rincón discreto de la nevera, porque todavía falta ganar en el Camp Nou a un Valladolid desesperado que luchará por su permanencia en Primera División con el cuchillo entre los dientes. El partido contra el Sevilla fue el penúltimo peldaño: la semana que viene habrá que subir el escalón final, donde esperan los laureles de esta Liga interminable cuya conquista costará la barbaridad de casi un centenar de puntos.