Pocas veces en su vida verán ustedes a un equipo FIBA acabar un partido del más alto nivel con tres jugadores por encima de los veinte puntos, y en ninguna de esas ocasiones el jugador más determinante del encuentro no estará entre el trío de +20. En el Palau de los prodigios se dio anoche tan peculiar situación, con un Barça que acabó dando pal pelo al Unicaja de Aíto con más apuros de los previstos.
No es que la maravillosa racha de Navarro en los primeros cuatro minutos del tercer cuarto no relanzara a su equipo en el marcador. Lo relanzó. Tampoco es que la bendita intensidad de Mickeal no aportara también anoche ese plus casi definitivo para decantar la suerte del partido. Lo aportó. Como tampoco vamos a despreciar que una vez más el fabuloso Terence Morris añadiese triples, rebotes, intimidación y garra a esos infalibles tiros de cuatro metros y espectaculares alley-oops con los que maravilló a Europa en su paso por el intruso Tel-Aviv. Los añadió.
El tema anoche fue que con todo el arsenal del trío de cracks más en forma de Europa no bastó para dejar atrás al empalagoso equipo de Aíto, que con un fenomenal planteamiento, un notable acierto exterior y una incómoda defensa zonal seguía en el partido pese a unos arreones locales de locura. Con el partido situado en el escalón que quería Aíto apareció el hombre de la noche, el más listo de curso, el avanzado a su tiempo. Apareció Ricky.
Partió en dos la zona de Unicaja cuantas veces quiso en el segundo tiempo, la mayoría de ellas para asistir a sus pívots, otras para definir con penetraciones de Top10. Todo eso, en la semana que Rossell metió en campaña a Rudy y sus 2’5M al año, y el día que Minnesota envió a Kurt Rambis a tratar con el chaval y a cenar con la familia.
La exhibición de base puro que dio anoche Ricky debio dejar al exjugador Laker (amén de nefasto entrenador jefe y frucrtífero asistente en tan gloriosa casa) con una cara de pasmado sólo comparable a la que nos ofrecía a los noctámbulos que en los ochenta pretendíamos estar Cerca de las Estrellas de madrugada, aún a riesgo de estrellarnos por la mañana.
Cómo lo viste, Kurt? El Palau te espera, con Ricky y sin Rudy, en el próximo play-off.