La tercera final ACB consecutiva que van a disputar a partir del jueves Barça y Baskonia debería invitar a la reflexión en Madrid, pero de momento sólo invita a que la fatal eliminación de ayer ni aparezca en la portada de unos rotativos deportivos que sí iluminan con foco grande el fichaje de Sergio Rodríguez. El nuevo director de orquesta blanco llega tras cuatro años sin jugar (en la NBA, cierto, pero sin jugar al fin y al cabo) y firma por 1’5 millones la temporada un añito después de que Florentino pagara más de dos millones entre Oleson y cash para traerse a Prigioni y aceptar a Vidal.
La planificación de Maceiras en la picota, la gestión de Messina en entredicho, la sección en horas bajas y Herreros (junto a su espíritu del quinto partido) en paradero desconocido. No tiene buena pinta lo del baloncesto blanco, pese a que el talonario de Flo tirará de manual (NBA, Estu, Barça, el atajo de emergencia) en otra huída hacia adelante.
Con Sergio en el saco y Rudy en el horizonte, la próxima estación es finanzar al Ramiro por Carlos Suárez, oscuro objeto de deseo de Chicha Creus. Las siguientes serán todos los nombres que apunten al Palau. Los nombres de Rafa Martínez, Kelati, Nielsen, Jamont Gordon los leerán los lunes aquí y los martes allí. Y el miércoles vuelta a empezar.
Pero la reflexión blanca debe ir más allá de baloncesto y llegar a las entrañas del problema: afrontar contra quién se lucha y con qué se pretende combatir. Ante el equipazo que vislumbraba el trabajo de Creus y alumbraba el final de liga ACB propuso Florentino los contactos de Maceiras y, especialmente, la jerarquía de Messina, el mejor y más mediático de los entrenadores europeos. Contra el talento de los que juegan, las órdenes del que manda. La pizarra como medio y los jugadores como excusa. Ganar a cualquier precio, pero sin la certeza de poder conseguirlo.
Pero el baloncesto no es el ajedrez, el parquet no es un simple tablero y los jugadores no son piezas a las que puedas mover de aquí a allá sin que sientan, padezcan o improvisen. Quien olvida que el deporte es por, para y de los jugadores está empezando los partidos diez abajo, las temporadas a remolque y los proyectos en punto muerto. Así se vive hoy en el Madrid. Agarrados a Mourinho tras 260 millones para combatir el talento de los de enfrente, desconcertados con Messina por no haberse traído con él el áurea y los títulos de Bolonia y Moscú.
Los que creyeron que Jaric, Ginobili, Rigaudeau, Smodis, Griffin en Italia, y Holden, Papaloukas, Siskauskas y otra vez Smodis en Rúsia, no eran más que piezas al servicio del Kasparov siciliano andan hoy ciertamente aturdidos. Los que creían que Mourinho garantizaba títulos tienen hoy en Messina un aviso de lo que les espera. Enfrente no sólo hay un equipo fabuloso sino también un grupo que sabe lo que quiere, cuales son sus armas y cómo debe usarlas. Enfrente tienen un equipo formado a partir del talento, a partir de los jugadores. La esencia del deporte, al fin y al cabo.
Y ahora ya no sé si estoy hablando de fútbol o de baloncesto. Para el caso es lo mismo.
Titulares y poco más (el poco más, en las próximas horas)
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