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Yoyalodije

Non sono Cruyff (Este es tres)

Sitges. Anno 1988. Seconda settimana d’agosto.

Il finale della temporada, con catastrófica reaparición incluida, había dejado mella en il mio magullado corpo de vecchia gloria por lo que me dediqué a disfrutar de un merecido descanso veraniego giocando partidos amistosos internazionali en la playa a media tarde. De manera lamentable, il campo de arena, delimitato por los toldos y las hamacas, se encontraba en un stato discutibile grazie a las hordas de bañistas que lo ocupaban desconsideradamente en las horas previas a los encuentros.

Aquel verano, il nuovo Barça que Johan echaba a rodare en la mondialmente conocida metrópoli holandesa de Papendal obtenía risultati dispares. Un giorno ganaban 10-0 al equipo semiprofesional del Zuidwolde, formado a partes iguales por panaderos y estibadores del porto de Rotterdam, mientras que il giorno siguiente sucumbían por 0-3 frente al Slochzijl, la potente squadra de los descapulladores de monos del zoo de Groningen. Con los primeros retazos trazados en la terra natale del Profeta, ya se intuía por parte del Barcellona la sua descarada apuesta ofensiva combinata con una fragile difesa de mantequilla de Breda, para più gloria de los Paises Bajos.

De tutti questi marcadores, me enteraba al passare por delante del kiosko camino de la playa; en un giornale, a tutto colore y con profusione indecorosa de faltas de ortografía que harían ruborizar a un koala con la EGB a medio terminar, o en el altro giornale, più en blanco y negro, più en pequeño, più periquito. Incluso entonces, a las veteranas stelle multimillonarias ya retiradas y con querencia por mantener il patrimonio intatto, nos parecía una aberrazione aflojar cien pesetas por semejantes productos de ínfima qualità. A muchos nos hubiese dado un síncope si llegamos a tener conocimiento de las toneladas di merda que se avecinaban sobre nuestras cabezas en questione mediática en los anni siguientes.

La serata en la que se disputaba la finale del Trofeu Ciutat de Palma contra el Botafogo, contaba primero con un match en la cumbre en las playas de la Blanca Subur. Al poco tiempo de cominciare la partita, se acercaron unos bambini alemanes, con peor pinta que il Señor Barragán de resaca, y exigieron disputare la recreación del apañó-leverkusen. “No estem per collonades” les respondimos y seguimos a lo nostro. En el fragor della partita y eccitato como un conejo por la promesa de un futuro blaugrana brillante, me decidí a emulare alla scuola holandesa del calcio totale y en una subida all’attacco devastadora, después de combinar delicadamente con il mio fratello, anoté un gol spettacolare que se coló dulcemente a través del marco delimitado por los toldos blanquiazules. El instante siguiente marcó l’inizio della infamia. Il palone siguió rodando hasta dove estaban los ragazzi teutones que llenos de rabia y odio, sentimientos transmitidos genéticamente en il suo paese desde il mondiale del anno 1974 per vincere però non convincere, nos robaron el balón y apretaron a correr paseo marítimo arriba aprovechando il vantaggio de contar con calzado. Nosotros estábamos descalzos, como mandan los cánones, y no pudimos atrapar a los autores de tamaño attentato calcistico.

Mientras tanto, en Maiorca il Barça perdió la finale con la squadra brasiliana. “Hay que seguir trabajando para conjuntar al equipo y esto se va consiguiendo poco a poco”, declaró Johan. In più, había que impiantare al completo la filosofía cruyffista, si tu tienes el balón no lo tiene el contrario. Questo lo había aprendido io esa misma tarde en la playa. Después de toccare fondo, había que mirar hacia arriba. Había que cominciare a rendir cuentas con la storia. Había que cortejar alla fortuna. Había que mirar cara a cara al éxito. Pero este es cuatro.