Con el tedio veraniego como excusa me dispongo a rescatar algunas notas olvidadas en el iPhone, ahora que ya le han ganado la espalda a lo novedoso y antes de que los próximos acontecimientos las dejen completamente fuera de juego. Desde que la manzana mordisqueada tiene móvil la tentación es paraíso.
Fútbol fue basket
El Madrid de Messina anda pisándole los talones al de Pellegrini, parece querer ser como él. Abraza la épica, denosta la estética, se pelea con la ética. El Madrid no manda, sólo remonta. No ataca, apenas contraataca. Cabalga sin rumbo a lomos de Llull, un potro desbocado que reina en el caos pero que hasta el momento ha mostrado su incapacidad para avanzar al trote.
Si Llull es Cristiano, Prigioni es Higuaín. Resolutivos y con el favor de la grada los primeros, discutidos pero apareciendo una y otra vez al rescate los segundos. Las dos históricas secciones blancas no sólo comparten elegancia en el banco, dispersión en el campo e indefinición en el dibujo, no. Lo peor para ambas es que les ha tocado lidiar con un enemigo sobrenatural, el mejor Barça de la historia. Con todas las cargas de profundidad que eso conlleva.