En pocas semanas Mourinho ha convertido al Real Madrid en el Club Super Tri. A finales de la pasada campaña, y como desesperada medida para evitar otro TRIenio negro a manos de su íntimo enemigo, el Madrid cerró el fichaje de Mou y anunció su candidatura al TRIplete con la llegada del omnipresente showman portugués. Desde ese momento, más de lo mismo en el juego y menos que antes en las áreas.
Tanto ha ido yendo el cántaro a la fuente que anoche propuso un TRIvote (Xabi, Khedira, Lass) en la media y un TRIdente (CR, Higuain, Benzema) aparentamente delante. Un Inter en morado, para que nos entendamos.
Consciente de que en procesos formativos el tercer tiempo en sala de prensa vale lo mismo que los dos primeros en el pasto, Mou no dudó en vanagloriarse de ir a por el partido con los cambios. Unos cambios que sacaron del campo a dos delanteros, por cierto. Pero el titular ya está ahí: Mou es ofensivo. Y es que cada vez son más los ofendidos, ciertamente.
Porque esta es otra de las virtudes del ideólogo del club: las TRIfulcas. Ofender a un jugador tuyo, a un rival de extraradio, a un centenar de periodistas y a un compañero de profesión en una rueda de prensa previa a un partido de Champions da como mínimo para un reflexión sobre las intenciones propagandísticas del club, centradas exclusivamente en la figura del portugués.
Puede que al Madrid no le beneficie la imagen que ofrece su míster pero parece evidente que éste se encuentra más que cómodo alternando palo y zanahoria bajo la luz de los focos. Eso no hará jugar mejor a su equipo pero sí permitirá que, ante tanto jolgorio fuera, se relativice lo que pasa dentro.
Y dentro del campo lo visto hasta ahora es más bien TRIste. Inutilizando las áreas por el solidario trabajo defensivo y la contagiosa ansiedad de los delanteros, Mourinho condiciona a la disposición de la media la llave de su equipo. La calidad y desborde de Ozil y Di Maria para calmar al Bernabeu, el cemento de Khedira y los Diarra para repartir a domicilio.
Ayer tuvo que mezclar las dos variantes para que a la revolución de los modestos Mallorca y Levante no se sumara también un Auxerre que apenas supo de los lustrosos delanteros blancos por el esTRIdente arrebato de CR96 a la prensa en la zona mixta “Nada, nada! No hablo. Ansiedad! Puta ansiedad! No quiero hablar“. Convendrán conmigo en que, para no querer hablar, dijo bastantes cosas.
Pero a diez minutos del final del cielo francés bajó un Angel y le dio a Mourinho el tesoro más preciado en su ideario: el TRIunfo.