Tanto en el fútbol como en la tele los Alcantara nos evocaban hasta hace bien poco recuerdos de un pasado que siempre pareció peor. Alcántara fue Paulino, infalible ariete filipino capaz de salir a gol por partido (357, para más señas) en sus dieciséis (!) temporadas en el Barça de hace cien años, y Alcántara fueron -y vuelven a serlo desde anoche- Antonio, Merche y toda esa familia de clase media con un don de la omnipresencia tan desarrollado que les permitió presenciar desde primera fila todo hecho destacable en la época más oscura del país.
Pero el blanco y negro se debe disociar definitivamente del apellido Alcántara. No en vano su próxima versión que llegará a nuestras vidas será una amalgama de color, modernidad, alegría, atrevimiento, mestizaje y, sobretodo, desacomplejado talento. Futuro, en otras palabras.
Y es que de los (genes) creadores de Mazinho llegan ahora a sus pequeñas pantallas Thiago primero y Rafa después. El mayor de ellos ya dejó boquiabiertos a los escasos y abnegados críticos que acudieron el miércoles a un preestreno para enfermos del tema. El menor fue citado por Guardiola para entrenar al dia siguiente con el primer equipo pese a pertenecer todavía al equipo juvenil.
Para los habituales del Mini, la Ciutat Esportiva y BarçaTV, nada nuevo. Pero para el resto de aficionados, los normales, los que tenemos suficientes ocupaciones como para no perder nuestro tiempo viendo jugar niños –por alto que apunten- a todas horas con la coartada de poder decir algún día yo ya sabía que este era bueno, o en la cantera hay otro aún mejor, lo que le vimos hacer a Thiago contra el Ceuta en el Camp Nou sólo se lo recordamos a tres o cuatro singulares especímenes.
La idea, el concepto, es de Deco. El golpeo, el porte, el aroma, de Ronaldinho. El peligroso precedente canterano del que alejarse, De la Peña. Pero el impacto que puede tener en un equipo embalado es solo comparable a la entrada del imberbe Messi al reino de Ronnie. Ahora el que manda es Lionel, y a Thiago corresponde ir asomando la cabeza, ayudar sin molestar, trabajar y aprender a partes iguales, ser inmune al desaliento y esperar su momento, que llegarà.
Si escucha a Mazinho y Guardiola en poco tiempo tendrá el Camp Nou a sus pies, mientras algun friqui recién llegado del Mini advertirà, a quien quiera escucharle, que el bueno es su hermano.