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Un rival menos, un enemigo más

El Real Madrid sigue ganando en el campo las batallas que su técnico genera en la sala de prensa. Aún así, un halo de preocupación se está instalando en las bases del madridismo, una vez han dado la vuelta al país las imágenes de la hostilidad asturiana hacia una entidad hasta hace bien poco venerada por esos verdes pastos. ¿Compensa la maestría en combate del nuevo y condecorado general ante la posibilidad de acabar perdiendo la guerra de la popularidad a manos del peor de los enemigos?

A día de hoy el Barça representa no sólo los valores más puros del fútbol total, también ha conseguido cautivar a los indecisos en tierra extraña. Iniesta sale ovacionado de todas partes, a Xavi se le valora y mima para que mantenga a la roja en lo más alto, Messi es admirado por doquier, Puyol es Tarzán aquí y allí, a Piqué se le perdonan hasta las declas, se celebra la aparición de Pedro y Busi, y hasta Thiago amenaza con robarle a Imanol Arias la distinción del Alcántara más querido del país. España, tan blanca en esencia, se va tiñendo de blau-grana.

Las políticas de comunicación de los dos grandes clubes, fundamentadas en sus entrenadores en una gran proporción (Madrid) o en su totalidad (Barça), son ahora mismo un fiel reflejo de sus respectivos patrocinadores. Apostarlo todo a la victoria o cobijar y educar a los infantes.

Al respeto del Barça a los tempos del fútbol el Madrid venía oponiendo últimamente épica vertical en el campo y un exceso de prepotencia en la propaganda. Como con eso no le llegaba para destronar al rey llegó Mourinho, con la hoja de servicios impoluta y la lista de agraviados a rebosar. Nada nuevo para los iniciados, pues ya sabíamos de la facilidad del portugués para solventar problemas en el césped y ganarse enemigos fuera de él. En otra época su llegada al Madrid habría sido impensable. Ahora la urgencia apremia y las hostilidades se relativizan.

Hoy ha aparecido Butragueño para poco menos que elevar también a Mourinho a la categoría de ser superior. Ha justificado y elogiado su método de victorias a cualquier precio, al igual que hacen algunos de los medios más afines y populares. El entorno blanco da la cara por Mourinho. En provincias se la quieren partir.

Con Mourinho en el Madrid el desgaste de Florentino tiende a cero, pero los valores que hicieron grande a la entidad sufren diarios antentados. El obispo blanco pretendía evangelizar el mundo y el nuevo párroco ha conseguido en tres meses que todas las diócesis esperen su visita para darles dos ostias.

Ayer fueron Preciado y Gijón, pero mañana serán Emery y Valencia, después Pochetino y Cornellà, más tarde Manzano y Sevilla, Lotina y La Coruña…y aún gracias que visitaron La Rosaleda antes de que llegara su amigo Pellegrini. Al final los únicos que no se van a discutir con Mourinho van a ser Guardiola y el Barcelona.

Y si así fuera uno no se imagina que la cosa llegase al barriobajerismo del parking del Molinón, con Preciado respondiendo a otra provocación digital de Mourinho y con Rui Faria bajando del autocar blanco para insultar al técnico sportinguista. En un fútbol normalizado a Faria le caería un buen puro.