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Crónica

Un Barça congelado

Barça 0 – Athletic de Bilbao 0

Noche fría en Barcelona, Barça gélido en el Estadi. Acostumbrados últimamente al fulgor de un Barça deslumbrante y esplendoroso, a la potencia de un equipo eléctrico y vertiginoso, a la fiebre de un fútbol total contagioso y adictivo en su belleza y efectividad y al calor de contundentes manitas vigorizantes y reconstituyentes en felicidad y auto estima, el efecto del partido de ayer fue como hacer un viaje solo de ida a Siberia y patinar desnudos en plena noche sobre un lago helado e inavastable. El ambiente hivernal de la ciudad caló inexorablemente anoche en el Camp Nou,  en los protagonistas de blaugrana sobre el césped y en los valientes espectadores abrigados en las gradas.

Fue ayer el Barça un equipo desangelado y paralizado, con poca intensidad colectiva, notable imprecisión individual en tipos infalibles y poca determinación en ataque. Un mal Barça, en definitiva, que muchos achacarán a la no alineación por parte de Guardiola del once de gala, desconectando así la formidable dinámica de juego, goles y resultados que precedía al equipo con sus jugadores más infalibles, más determinates. Siendo la máxima cierta y evidente, pero, no fue ésta la única responsable del infortunio vivido ayer. Porqué estaban en el equipo Xavi e Iniesta, los patrones que hacen fluir el fútbol colectivo, armonioso e implacable de esa máquina perfecta blaugrana, y ayer esos genios pequeñitos parecieron sufrir en sus carnes la inclemencia metereológica ambiental, marcándose ambos sendas actuaciones extrañamente imprecisas y desafortunadas, incapaces de mantener el tempo del partido e hilvanar dinamismo en su fútbol, perdiendo balones, fallando acciones fáciles de pase y conducción, nublados en su habitual luz de mando. Sin los jefes imponiendo orden y concierto, gripados en su clarividencia mental y calados a la hora de imponer velocidad de ejecución en sus acciones, el resto de futbolistas se mostraron huérfanos de aliados, desamparados de protección y cobertura futbolística, incapaces de superar la impotencia de sus mayores y asumir responsabilidades jerárquicas de mando. Incluso ni en la segunda parte, cuando Guardiola se vio obligado a sacar la caballería pesada que reposaba en el banquillo, la cosa dio síntomas de mejora: ni el once de las estrellas, con Villa de estilete junto a Pedro, y Messi más de centrocampista que de delantero, pudo percutir el hielo ambiental y la defensa rival. Demasiadas losas que condujeron hacia un páramo congelado el fútbol del Barça. Que Mascherano, completamente adaptado a las exigencias del libreto del Barça, fuera el mejor de su equipo, habla bien claro de lo poco que funcionó el Barça en fase creativa y resolutiva y de las disidencias de sus más afamados compañeros. Sólo Pedro en ataque mostró orgullo y efervescencia y aunque fue de más o menos durante el partido, dejó detalles para la posteridad en la primera mitad.

Decir que el Athletic también jugó y que contribuyó en lo suyo al desacierto y falta de finura del Barça. No hicieron mucho los leones de Caparrós pero lo poco que hicieron lo ejecutaron bien: buen repliegue defensivo y excelente organización a la hora de cortocircuitar los espacios y pasillos interiores cuando el Barça se armaba en fase ofensiva. Nunca jugó el Athletic para ganar, tampoco lo pretendió, pero hizo lo suficiente como para aguantar y conseguir un premio demasiado generoso para el talante ofrecido. El 0 a 0 final refleja la impotencia e incomodidad de unos y el contento de otros y deja la eliminatoria abierta para su resolución en el partido de vuelta en San Mamés. El Barça, a pesar de la ocasión perdida ayer, sigue siendo el máximo favorito para llevarse el gato al agua pero le será más difícil en Bilbao y deberá exigirse mucho más, lo cual, no es un mal escenario motivacional para Pep y sus chicos insaciables de gloria.