Post escrito por kantinu
Se acuerdan ustedes de ese exitoso pero efímero El Rondo de TVE que presentaban a dos voces (o gritos) Quique Guasch y Lourdes García Campos? Era primo hermano de la tertulia futbolera que llevaba años presentando Alfons Arús en la desconexión catalana, enmedio de grandes chillidos y mejores shares. En su momento sorprendió que el programa estatal saltara de la parrilla pese a su popularidad y recientemente el propio Arús, moderador en la sombra y a la sazón director, reconoció en Versió Rac-1 que fue Florentino Pérez quien movió los hilos para que el Rondo se quedara sin balón.
No es que a Florentino no le gusten especialmente las tertulias futboleras. Lo que le disgusta es no controlar sus contenidos. No soporta la más mínima crítica a la institución que dirige con mano firme y nula oposición. Controladas como tenía las grandes tertúlias radiofónicas con sus esporádicas pero nada aleatorias llamadas a De la Morena y con el servilismo a fondo perdido de la evangelizadora cuadrilla de Caridad, y contando con que As y Marca no son más blancos porque algo deben escribir sobre el papel, a la propaganda florentinista le quedaba por apuntalar la influyente pata televisiva.
Nada que la tdt (tarotistas, derecha y teletienda, como atinó a definir Wyoming en El Intermedio) no pudiese solucionar. Y vaya si lo solucionó. No se podría entender ni Punto Pelota en Intereconomía ni Futboleros en MarcaTV sin el implícito tutelaje del caudillo del madridismo del cambio de siglo. En este sostenido mal rato que le está haciendo pasar el Barça de Guardiola buenas son para la litúrgia blanca, que ha encajado como ha podido la pérdida del hasta ahora incontestable liderato popular en España, los cambios de tercio, las maniobras de distracción y las huidas hacia la nada de ese batallón de tertulianos más merengues que periodistas que rodean a Pedrerol y al bufón de Futboleros.
Así se las ponían a Florentino. Un presidente que, en su primera etapa en el Real Madrid, tuvo los bemoles de sotarle a Lama (Manolo, no Dalai) que sus críticas a la política deportiva blanca se debían a su espíritu colchonero y antimadridista. Y se quedó corto. A estas alturas es ya indisimulable el barcelonismo de Manolo. Por no hablar de su independentismo.