En plena reivindicación por triplicado del mejor jugador del mundo tras tres días de justificado asueto, un Barça con Thiago al mando, Cuenca al puñal y Deulofeu con zapatos nuevos se quitó un puñado de años de encima mientras aniquilaba a un abrumado Mallorca. Se pasaron los bermellones el partido persiguiendo sombras nuevas con el mismo infructuoso afán con que tantas veces persiguieron las de los espectadores Xavi e Iniesta, los padres de este baby boom que llega con un Pep bajo el brazo.
Y es que, si bien la paternidad de la nueva camada se la reparten estos dos menudos genios que rompieron tópicos centenarios sobre la procedencia de los cracks de la entidad, no cabe duda que aquí la comadrona es Guardiola, quien a pocos metros de Maternitat ha traído en poco más de tres años al bipolar mundo culé a diecinueve ilusionantes (e ilusionados) churumbeles. Están teniendo suerte diversa en sus primeros pasos en el nuevo hábitat esos bebés que responden a los nombres de Busquets, Thiago, Fontás, Muniesa, Cuenca, Bartra, Dos Santos, Soriano, S. Roberto, Montoya, Miño, S. Gómez, Botía, Abraham, X. Torres, Assulin, Nolito y O. Romeu.
A Thiago, Cuenca y Deulofeu, igual que al resto de los últimos impactos llegados a este equipo por cualquiera de las vías, se les va a juzgar desde el primer día según las expectativas creadas. Ahí lo va a tener mejor Isaac, cuya irrupción en el primer equipo se debe más al deseo de Pep que al empuje del ávido entorno, que no había reparado en el hábil delantero más que por su extraordinaria campaña en el Sabadell. En Cuenca vemos a un Pedro con desborde, superior en talento y virtuosidad a su modelo pero con trecho en esfuerzo y compromiso para alcanzarle.
Caso opuesto es el de Gerard Deulofeu, al que muchos, quizá demasiados, están situando el listón muy alto. Pese a que debutó en primera un 29 de octubre, como Iniesta en el Barça de 2002 y Raúl en el Madrid de 1994, hemos empezado ya a leer comparaciones de Deulofeu con el Dios que todo lo hizo, Messi, en periódicos amigos. Los mismos que le cargaron a Bojan unas expectativas inalcanzables para su innegable pero a la vez acotado talento. El de Deulo parece tener bastante más recorrido pero habrá que ofrecerle más pausas que prisas para que la película esté al nivel del trailer.
Por suerte a Thiago nadie, o casi nadie, le pedirá que supere a Ronaldinho, con quien comparte pose, toque, hechuras y a veces hasta parece que cierta carga genética. Si tirando de ADN quieren compararlo con algún campeón del mundo brasileño háganlo con su padre. No en vano tras un par de partidos con con deberes defensivos está ya a punto de adelantar por la derecha a o pai Mazinho, al que más pronto que tarde van a volver a rebasar en el seno en la familia Alcántara. Cuéntame, Rafinha!
Porque lo bueno de este baby boom es que no se detiene en una hornada sino que perdura generación tras generación. La primera de la década maravillosa nos trajo a Puyol y Xavi, la segunda alumbró a Iniesta y Valdes, la tercera reunificó (tras dispersión) a Messi, Piqué y Cesc, la cuarta vino con protagonismo de Pedro y Busquets en el sextete, no parece haber quinta mala con Thiago, Cuenca y Deulo jugueteando por allí y todo apunta a que la sexta también va a llegar pegando fuerte.
Porque, créanme, en este universo de babys el boom que viene es Rafinha.