Hristo Stoichkov tenía estas cosas, y López Nieto también. Era el último partido antes de Navidad de aquel memorable año 1992, el de la primera Copa de Europa, y el Barça venía con una amarga resaca después de que el Sao Paulo de Raí acabara con la ilusión de la primera Intercontinental para el club, y tuvo que bajar a la tierra y volver a pelear en el barro del Teresa Rivero en un partido que a la postre fue memorable.
El temperamental búlgaro duró 5 minutos en el terreno de juego pues, tras una primera tarjeta discutible por un encontronazo en una banda, Antonio Jesús López Nieto le expulsó por sacar una falta antes de formarse la barrera en una de las expulsiones más fulminantes y absurdas de la historia del gran delantero zurdo.
Así, tras la expulsión de Stoichkov, el Rayo de Ruiz Mateos se envalentonó y aquel delantero austriaco, Anton Polster, conocido por el famoso no-penalty de Brito, adelantó por dos veces al Rayo con un 2-0 que no presagiaba nada bueno para ese Barça al que, ya en aquel diciembre, pese a haber ganado el más preciado título en mayo, le llovían las críticas más despiadadas desde el propio entorno(¿les suena?). Pero López Nieto, quizás avergonzado tras anular un gol a Nadal injustamente, se sacó del bolsillo un penalty tragicómico a Julio Salinas que hizo que Koeman, con su habitual maestría, acortara distancias y pusiera el 1-2 en el cutre marcador manual de Vallecas.
Ya en la segunda parte, López Nieto expulsó injustamente a Koeman y pitó un penalty en contra del Barça que supuso que Polster marcara su hattrick y el 3-1 para su equipo, además de que los azulgranas jugaran el resto del partido con 9 jugadores. Parecía entonces todo perdido pero salió la casta de Bakero,Txiki y Salinas y completaron una de las gestas más recordadas del Dream Team pues primero Bakero en una volea de las suyas y Salinas en una típica jugada de chap-chap empató milagrosamente el partido ante la sorpresa de los que vimos aquel partido en el Canal Plus y la incredulidad de Ruiz Mateos que había estado montando el show ante un impasible Nicolau Casaus que apuraba uno de sus inacabables habanos.
Quiero recordar que en aquella Liga estuvo el Madrid por delante hasta la última jornada pero un grupo de jugadores con su entrenador creyeron ciegamente en esa Liga hasta el final, y pese a que el año anterior ya se produjo un primer milagro en Tenerife, no dejaron nunca de confiar en el segundo milagro dertyciano. Han transcurrido ya 19 años desde la gesta de Vallecas, pero ese es el espíritu que debe reinar en el barcelonismo en lo que queda de la presente Liga, no hay que dejar nunca de creer pues para lo contrario ya están nuestros adversarios y hay que pensar que se puede ganar al Madrid en el Bernabéu, y seguir ganado partidos como se ha hecho hasta ahora y por ello, si es necesario, invocar el espíritu que hizo que aquel día el Barça empatara a tres en Vallecas, con nueve jugadores y perdiendo 3 a 1.¿Saben quien estaba ese día en el Teresa Rivera? Sí, Pep Guardiola.
No me olvido de la efemérides del día, sí, hoy hace un año del fantástico cinco a cero que tan bien “digirió” Mourinho, un año en el que han pasado muchas cosas y la mayoría inolvidables, hagamos pues que ese recuerdo dure en Madrid al menos 365 días más…