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El golarro del baixinho

Volvemos, una vez pasada la pesada Navidad, y aunque no han sido demasiados días, al aficionado culé le han parecido eternas estas dos semanas sin disfrutar de su placer, nuestro placer más perdurable. Parece que todos han vuelto sanos a los entrenamientos, aunque no podamos decir lo mismo del Yoya a quien la Nochevieja se llevó a tres de sus más veteranos comentaristas, aunque felizmente nos trajo a una nueva yoyera, una cuchita desde Monterrey. Que les vaya bien a los que se fueron allá por donde naveguen y si, aburridos de leer comentarios insustanciales, vuelven a su casa como el hijo pródigo o El Almedro, les estaremos esperando como siempre, con alegría en la cara y con la pluma afilada, que es precisamente el mayor secreto de este foro de perturbados.

Pero la vida continua y sin demasiado tiempo para mirar atrás, hay que centrarse de nuevo en la competición que vuelve frenética, y el aperitivo se sirve en forma de Copa de pacharán, pues el Barça recibe al correoso Osasuna de Mendilibar un equipo que, en mi memoria, siempre estará ligado a una tarde inspirada del baixinho,  Romario da Souza Faria, el puto amo de la áreas.Y es que el 3 de octubre de 1993 el Barça de Johan, una vez recompuestas su válvulas coronarias regresaba , ahora con chupa-chups, al viejo estadio del Sadar donde el brasilero y Michael Laudrup firmaron uno de los goles más bellos y recordados en la gloriosa historia del dream team.

Romario, a los pocos minutos de comenzar la contienda, ya había adelantado a los blaugrana en el marcador llevándose un balón con el tacón y definiendo maravillosamente ante Unanua. Pero la obra de arte estaba por venir. Laudrup recogió un rechace osasunista en el balcón del área , de cuchara y mirando a la gradería le sirvió un balón  a Romario que lo dejó botar y colocó en vaselina fuera del alcance del bravo portero navarro que no pudo nada más que aplaudir semejante maravilla. El Barça de Cruyff no era de cerrar partidos y tuvo que marcar un gol más Stoichkov para poder ganar el partido pues aquel polaco del mullet espectacular, llamado Ziober marcó el 2-3, casi al final del partido. Era el Osasuna del voluntarioso Jose Mari,  a quien después ficharía Johan y de Eugenio Bustingorri cuyo nombre se identificará para siempre con el club de Iruña.

Vuelve esta Copa de Bourbon con trampa porque, de eliminar al Osasuna, cosa bastante probable, el sorteo nos depara otro partido del siglo más para el 17 o 18 de enero, y otro  para la semana siguiente, pues ya se sabe que enero es el mes en que se resuelve la Copa, una competición en la que nuestros rivales van a poner una vez más toda la carne en el asador (Txistu).Este mes debe imponerse la profundidad de plantilla y con algunos partidos excepcionales como el de Cornellá o los clásicos, deberán jugar todos los jugadores disponibles de la primera plantilla y algunos que ya lo merecen del segundo equipo como Sergi Roberto, Bartra o Tello quienes junto con Cuenca pueden disputar de muchos minutos en las próximas semanas ante las lesiones de Villa y Afellay.

Recuerdo que, en el tardofrankismo (de Rijkaard se entiende),  se especulaba en estas épocas del año con que si era o no conveniente tirar la Copa, que si los jugadores necesitaban descanso, que si Ronnie estaba todo el día borracho en el gimnasio o Motta tenía un cogorcio plan especial de recuperación…Ahora felizmente nadie se plantea semejante barbaridad, la Copa hay que disputarla hasta el final pues de lo contrario ya habrá campeón en enero y, ya saben, “para muchos la final de Copa de 2011 fue la mejor de la historia”¿O no?