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Eran tiempos difíciles

Fueron años difíciles aquellos primeros ochenta para el Barça y muy fuerte también la rivalidad con el Athletic Club de Clemente. El arisco Schuster había sido brutalmente cazado por Goicoechea a principios del año 1982 , pero en junio vino la máxima estrella del momento, Diego Armando Maradona y aquella temporada, pese a tener un equipo para ganar la Liga de sobras, los culés nos tuvimos que conformar con la Copa del Rey jugada en Zaragoza. Poco beneficio para tanta inversión.

El Barça llegaba a Santander con dudas y con un culebrón por la polémica ausencia del bueno de Bernd, “castigado” presuntamente por unas declaraciones previas al partido en la prensa alemana en las que llamó borracho a su entrenador Udo Lattek, además de acusarle de tener varias caras. A pesar de todo, los jugadores llevados por un genial Maradona reaccionaron e hicieron un partidazo. Nunca entendí qué narices pasó con Schuster en el Barça porque fue un desagradable nido de problemas que acabaron en aquella penosa imagen en el Sánchez Pizjuan en  la Final de 1986, problemas que curiosamente no tuvo ( o no tantos) después tanto en el Madrid como en el Atlético.

Otro culebrón de entonces era Allan Simonsen porque el fichaje de Maradona le dejó sin puesto en el equipo  ya que solo había cabida para dos extranjeros, y pese a haber fichado el Charlton en verano, lo tuvieron que devolver por impago. Eran aquellos problemas kafkianos de la época Núñez. El danés entrenaba con la plantilla pero no jugaba los partidos y Núñez intentó por todos los medios que se aprobará el tercer extranjero. No hubo suerte para el pecident y sí un nuevo problema a su nutrida colección de errores de tribunero.

Ese 30 de octubre de 1982 el Barça formó con:

Artola, Julio Alberto, Gerardo, Olmo, Periko Alonso (Sánchez), Manolo, Víctor, Maradona, Marcos Alonso, Carrasco y Quini (Pichi Alonso).

El partido se jugó en sábado ¡a las ocho y media! y fue televisado por la “única” y por ello se conservan imágenes. Ese día Maradona cumplía 22 añitos y salió al campo en modo D10s y de sus botas salieron los dos primeros goles. El primero, a la media hora de partido, fue un chut muy potente que rechazó el portero Arzu, y remató El Brujo a placer y en el segundo, repitió jugada El Pelusa pero ajustó más al poste derecho dejando bastante en evidencia al portero hondureño que hizo la estatua. Pese a que el realizador televisivo se quedó colgado con el saque de Artola, le dio tiempo para una toma del chicharro de Diego con esa zurda primorosa que siempre tuvo el de Lanús.

El tercero de la noche se inició con una jugada de extremo del Lobo Carrasco (quien te ha visto…) que acabó en un disparo que no supo atajar de nuevo Arzu (vaya noche) y remató Marcos Alonso (un abrazo Marquitos) quien tuvo un par de temporadas grandiosas. La goleada la remató Carrasco con un contrataque por su banda derecha de siempre disparando a puerta directamente pese a que Maradona venía solo por el centro. Fue el cuarto y último gol de la noche.

El Barça completó un partido perfecto y parecía que aquel año iba a ser que sí, pero una desgraciada hepatitis del argentino detectada a principios de diciembre le hizo perderse 14 partidos de Liga, reapareciendo en marzo con la Liga ya perdida. El Barça sin sus dos estrellas deambuló por muchos campos y el entrenador alemán fue destituido, comenzaba la era Menotti. Siempre nos pasaba algo, siempre había alguna desgracia, secuestros, enfermedades, graves lesiones, el estigma de la mala suerte parecía instalado en el vestuario (y también en el palco) del Camp Nou. Es normal que los que vivimos aquellas épocas en nuestras carnes, pese a las muestras irrefutables de exorcismo tras la llegada de Johan, conservemos todavía alma de tribuneros.

El Sardinero nunca ha sido plaza fácil para el Barça, aunque sí para Pep que ha ganado las tres temporadas anteriores, hay por ahí algún resultado de la época Rijkaard que todavía escuece y por ello no se prevé un partido fácil esta tarde. Un partido que, después de muchos meses se jugará casi entero con luz solar, algo difícil de ver en plena temporada invernal. Las bajas seguras de Piqué y Abidal  y las dudas con Puyol hacen que, una vez más, Pep tenga que pensar más de la cuenta. Algo inventará.