Pep Guardiola merecía este final, y si me apuran, un poco más. Es tan brillante su trayectoria y tan espectacular lo visto en estos cuatro años que únicamente un nuevo triplete hubiera estado a la altura del entrenador más importante de la historia moderna del fútbol.Pero ha sido así, con la Copa de Rey, una competición que quiso prestigiar desde el primer momento, consciente del gran sabor de boca que te deja ganar un título importante en una Final. Ayer los jugadores le dedicaron a su cansado entrenador el último baile de la noche, esta vez duró 25 minutos.
La primera jugada del partido, a los pocos segundos de sacar de centro finalizó con una ocasión de gol, tras un chut de un motivadísimo Messi que salió, esta vez sí, con el traje de superhéroe con una “S” en el pecho. Las sensaciones eran fantásticas y Pedro pudo marcar unos segundos después pero una desesperada defensa vasca despejó un balón de gol a córner. El córner abrió el camino de la victoria pues tras peinar el balón un renacido Piqué , el balón le quedó muerto en el área a Pedro para que enchufara un chut con el sello del canario que dejó vendido a Irizoz y abrió el marcador de la Final en el minuto 3 de juego.
A partir de ahí no hubo otro equipo en el campo que el azulgrana, en una exhibición digna de los mejores minutos de la última final de Wembley, el juego fue excelso, inacabables las jugadas y mordientes los tres delanteros que estuvieron a su mejor nivel. Fueron unos minutos de homenaje al fútbol, y por qué no, a Pep. Xavi y Busquets dominando, Iniesta poniendo el caviar y el trío de delanteros permutando constantemente las posiciones de ataque. Pep diría después que este año habían jugado al fútbol como nunca, algo en lo que no acabo de estar de acuerdo, pero los primeros 25 minutos de la Final de ayer estuvieron al nivel de los mejores partidos de la era Pep.
Las ocasiones se sucedían y Messi quería marcar, una combinación letal para cualquier rival, y así, el mago de Fuentealbilla se sacó un pase con estrellas de la chistera que definió el mejor jugador del mundo como él sabe, con el empeine al mismo palo del portero pero a la escuadra. Fue maravilloso, a la altura de los minutos que estábamos disfrutando. El Barça quiso más y siguió apretando los dientes, el balón circulaba de forma frenética y los jugadores rojiblancos no acertaban ni a hacer faltas para parar lo que les estaba cayendo. El destino quiso que Pedro volviera a tener la misma jugada que en “Satan for Bitch” fue al poste en último segundo, esta vez fue dentro para redondear la goleada y dar brillo a una noche perfecta. Faltaba más de medio partido pero todos sabíamos que el 14º título de la era Guardiola estaba en el saco. Solo quedaba disfrutar.
El partido fue a partir del 0-3 una especie de armisticio, a la vez que un homenaje para quienes, hace poco más de un mes el fútbol no quiso darles el mayor de los premios. Al oír el silbato final una mezcla de emociones llegaron a mi mente, agradecimiento por todo lo recibido, pena porque acabó una era y orgullo porque todos saben que éste sigue siendo el equipo que mejor juega al fútbol. Pero ya no se puede hacer nada más que descansar, desconectar de la basura que anoche dio más importancia a los 27 segundos del himno que a los maravillosos 25 minutos de fútbol y sobre todo confiar en que el sello de pep haya calado tan hondo en los jugadores como en el que escribe estas líneas.
Gràcies per tot i fins aviat,Pep.