Categories
previa

Días históricos

Hoy puede ser un día histórico. No hay posibilidad de ganar ningún título pero sí de batir un récord: el del mejor inicio absoluto de la Liga que ya se igualó la pasada jornada. Ello no hace más que confirmar que este proyecto está más vivo que nunca y que la salida de Pep no ha supuesto el trauma que muchos pensábamos. Tito, con sus conocimientos y su franqueza de “home de poble” , ha calado en un grupo que necesitaba seguir ganando porque la victoria es la lógica consecuencia de seguir practicando el mejor fútbol del planeta.

Como previa qué mejor que recordar otro partido histórico, aquél Barça-Athletic Club del mítico domingo 7 de junio de 1992, el día en que junto con el 20 del mes de mayo anterior se acabó con todos los fantasmas del pasado,  con los palos de la final de Berna, con la imagen de Schuster saliendo del Pizjuán en la final de Sevilla, con el maldito penalti de Guruceta, con el secuestro de Quini,  con la lesión de Maradona y con toda aquella serie de desgracias que parecían atacarnos a los barcelonistas en exclusiva desde hacía demasiados lustros. Para lograr el ansiado exorcismo, tuvo que venir  el gran Merlín, un superdotado de la buena suerte, un jeta genial, un elegido por los dioses, el gran mestre: Johan Cruyff.

El Madrid lo tenía fácil en aquella última jornada de Liga, tan solo tenía que ganar en Tenerife, un equipo recién ascendido y que tenía a varios ex madridistas en sus filas como el portero Agustín y el propio entrenador Valdano. El Barça jugaba en casa contra el Athletic Club, un partido con una gran tensión que se inició con pasillo de los bilbaínos y con exhibición de la flamante Copa de Europa, la primera, y que se  resolvió con poco fútbol, pero con mucha tozudez de Stoichkov. Porque el búlgaro en  aquella época no era muy fino en su juego, no caía demasiado bien a los rivales, ni a los árbitros  pero era el mejor jugador del mundo. Lo demostró adelantándose rápidamente en el marcador con un  potente cabezazo a pase de Goicoechea para apaciguar pronto a una incrédula y temblorosa tribuna.

La cosa no comenzó muy bien, el Madrid iba ganando con facilidad en Tenerife con goles de Hierro y Hagi pero, de pronto, vimos un rayo de esperanza a mediados de la primera parte, cuando Agustín, el portero ex madridista, tuvo una extraña lesión y fue sustituido por el suplente Manolo. Es curioso cómo cambió el partido a partir de aquél momento, el Tenerife se fue arriba en tromba y, a pocos minutos del descanso,  recortó distancias por medio del mítico Quique Estebaranz. Stoichkov, mientras tanto, en Barcelona remató la faena a poco de comenzar el segundo tiempo, de nuevo de cabeza y adelantándose al defensa en una jugada de genio y decisión, de lo que el búlgaro andaba sobrado. Todo dependía ya del Heliodoro Rodriguez…

Fue entonces cuando, avanzado el segundo tiempo, de nuevo Estebaranz centró desde la banda derecha y el no menos mítico Ricardo Rocha se metió él solito el empate. El gol que suponía la pérdida de una Liga para el Madrid,el  club del gen ganador, el de las remontadas históricas, el de Juanito, había sido metido en propia puerta. La historia parecía cambiar justo cuando la televisión se comenzaba a universalizar a nivel futbolístico,  una extraña coincidencia. Para rematar la tarde, el ahora forofo comentarista,  Manolo Sanchís cedió a Buyo un pelotazo envenenado desde casi el centro del campo y éste casi se lo mete en su portería pero en el rechace, se la dejó muerta a un chaval de 19 años, Pier Luigi Cherubino, para que fusilara el 3-2. Qué justo fue el destino con estos dos futbolistas.El Tenerife acabó ganando el partido. Mientras tanto, en Barcelona, el partido contra el Bilbao ya había acabado y se vio a algunos jugadores del banquillo como Serna con los auriculares puestos hasta que llegó el momento de la euforia: el Barça era de nuevo Campeón de Liga. Un joven Guardiola alzaba los brazos y aquel lateral, Juan Carlos volvía a sacar la Copa de Europa para celebrar la Liga, todo valía en aquel momento de alegría extrema. Núñez lloroso en el palco se pellizcaba, no se lo podía creer, el holandés que le hacía tanto sufrir y que vendía pisos en Andorra había roto el maleficio, ya nunca más este club sería un  club perdedor. Gracias.

Se han cumplido más 20 años desde entonces y el Museu exhibe orgulloso 3 Copas de Europa y 9 Ligas más y nos encontramos, como hemos dicho al principio, ante otro día histórico, el día en que este Barça de Tito Vilanova puede pulverizar todos los récords en un inicio de Liga pero antes habrá que subir una empinada cuesta, un partido  lleno de trampas, de nuevo contra el Athelic Club de Bilbao, un equipo herido que lleva muchas jornadas esperando a que suene la flauta y poder resarcirse del vergonzoso inicio de temporada que están haciendo. Después, si se gana, habrá que prepararse una copita, un buen Macallan 15 años o quizás un The Glenrothes reserva, a gusto de cada uno, sentarse delante del televisor y decidir si queremos más a papá o a mamá. Yo, personalmente, lo decidiré cuando comience el partido, no antes.