El despegue del Barça de Guardiola fue cuando Messi cada vez utilizaba menos la derecha para irse al centro porque Alves era ese 2×1 que llegaba hasta línea de fondo y retornaba una y otra vez de forma incansable durante 90 minutos. Esto nos daba un jugador más en ataque y compensaba en defensa porque las posesiones eran larguísimas. Con Eto’o amenazando centrales y Henry fijando la izquierda, Messi se ve libre en un espacio en el que podía hacer lo que le diera la gana. Ahí empezó a aumentar sus guarismos goleadores de forma exponencial. Luego, visto el éxito del experimento, se fue llevando más y más al extremo; a medida que Messi seguía respondiendo con más y más goles. La importancia de Alves en todo este proceso no debe ser tomada tan a la ligera, en mi opinión.
Ahora Messi ya no tiene delantero por delante y, muchos equipos han aprendido a minimizar su influencia, si es que es posible, con sistemas defensivos muy trabajados, muy poblados y de innumerables ayudas. Los equipos se “han acostumbrado” a esa foto del Barça del nueve mentiroso en que los extremos fijan por fuera para dar espacio por dentro a los Xavi-Messi-Iniesta. A tal punto que muchas veces optaban por regalarnos las bandas para, precisamente no dar ese espacio a los generadores del equipo. Si además resulta que a ese Alves incansable e incombustible durante todas las temporadas anteriores empieza a fallarle la forma…
Bien, challenge accepted, la vuelta de tuerca consiste en añadir una persona más a esa ecuación, un grado de libertad que despeje la incógnita de cómo abrir esas defensas. Jordi Alba es un fichaje importante en todo esto. Y el rol de Iniesta en partidos como el de ayer también. Revive, por la banda izquierda, la dupla Roberto Carlos-Zidane del Madrid galáctico. Un tío con un físico privilegiado que es un 2×1 (atacante y defensor sobre el papel) que permite que el talento de Iniesta se añada al jeroglífico a descifrar por los rivales. Iniesta no se encuentra pegado a la cal como Pedro, por ejemplo anoche, ni su misión es estirar la lona para dar espacio por dentro a Xavi-Cesc-Messi, sino incorporarse a este trío en la generación de ataque blaugrana.
Recibe a varios metros de la cal con la idea de transitar la jugada y bascular la defensa para, volver a abrir a la banda opuesta, o bien, esperar el desdoble de Alba para sumarse a la media punta donde el pivote el lateral derecho y el central derecho rivales empiezan a dudar. Pues con Alba, Iniesta, Cesc y Messi se encuentran en inferioridad. Si el Barça es capaz de hacer fluir la jugada más rápido que el tiempo en que tarda en llegar una ayuda hay una potencial ocasión de gol.
Por otro lado, Busquets-Xavi-Cesc-Iniesta-Messi garantizan una alta posesión que minimice contraataques y facilite la presión tras pérdida. Obviamente existe riesgo a la espalda de Alba, pero ese riesgo viene implícito en la necesidad de encontrar nuevas formas para atacar mejor rivales muy encerrados. Ahí nos ayuda mucho y el riesgo no es mayor que en un córner o en faltas laterales.
Otra variante que hemos observado es cuando juega Villa. Con Alba, Villa centra muchísimo más su posición, casi a la del delantero centro liberando a Messi de la atención de los centrales y permitiendo que el argentino pueda entrar maś en contacto con la pelota en la elaboración. Con Tello, por ejemplo, tiene menos sentido el protagonismo ofensivo de Alba, pudiendo racionar sus subidas y cuidar más y mejor la parte defensiva de su juego, en la que no es tan brillante como en la ofensiva, pero cumple con las necesidades del equipo gracias a su velocidad.
¿Quiere decir esto que debe ser titular indiscutible? Pues no, quiere decir que con Abidal-Alba de zurdos, Alves-Montoya de diestros y la polivalencia de Adriano, disponemos de parejas muy compensadas en los laterales con los que confeccionar una elección oportuna en función del rival; tanto en ataque como en defensa. Y para eso ya está Tito.