Han pasado ya más de 18 años y todavía no tengo claro si aquella fue una buena o una mala temporada. Por una parte se batió un récord que todavía está vigente pues aquel afortunado holandés que vendía pisos en Andorra consiguió, en una última jornada de infarto, ganar su cuarta liga consecutiva algo que, lamentablemente, no se ha podido repetir hasta ahora. Sinceramente, yo ,y muchos de vosotros, creíamos que el Barça de Pep lo iba a conseguir, y creo que él también, pero una temporada extraña y muy difícil en muchos aspectos impidió que el alumno aventajado igualara a su maestro. Por otra parte está Atenas, ufff Atenas, aquella final fue , inevitablemente, la otra cara de la moneda de aquel Barça de Cruyff y como también sabemos fue su acta de defunción.
Como ya sabréis,tengo cierta tendencia a recordar partidos de esa gloriosa época porque todo lo ocurrido fue algo inigualable para nuestra generación. Aquel equipo de Zubizarreta, Ferrer, Koeman,Nadal, Sergi, Pep, Eusebio,Amor,Txiki,Laudrup y Stoichkov, con la incorporación la última temporada del gran Romario fue más impactante para mí que lo ha sido el de Guardiola. Aquellas cuatro Ligas y, sobre todo,la Champions de Wembley cambió definitivamente la mentalidad de la mayoría de la afición culé y, pese a que ha habido algún periodo negro posterior, nunca más las cosas volvieron al estado previo a la llegada del holandés a finales de la década de los ochenta.
Hoy como aperitivo del buen partido que se espera en el Camp Nou recordaremos un espectacular 5-3 jugado el 12 de marzo de 1994 y en el que Romario se volvió loco tras marcar 5 goles y que le anularan dos.El Atlético de Gil y Gil, Caminero, Vizcaíno y Manolo era ya entonces un gran equipo que se lo puso muy difícil al Barça. Un verdadero partidazo.
El partido comenzó sin tregua y, a poco del inicio, Romario, tras una asistencia de Pep, sorprendió con una vaselina picada, especialidad de la casa, que se coló en la escuadra de Abel Resino, un verdadero golazo de antología, uno más en aquella temporada. Poco después, Andújar Oliver, el “mini yo” expulsó a Vizcaíno dejando en clara ventaja al Barça con todo el partido por delante. Pero enseguida Koeman le hizo un claro penalti a Kosecki y Pedro empataba el partido en el minuto 20. Andújar, al que le iba mucho la marcha, le cogió gustó al silbato y, en una jugada en la que Koeman sacó los codos, como hacía habitualmente para protegerse, le expulsó con roja directa. Andújar sí que sabía lo que era el show time. Poco después le anularon el primer gol a Romario por presunto fuera de juego que, sorprendentemente, no volvieron a repetir por televisión. Con diez contra diez el Atlético se fue arriba y Manolo puso por delante al Atlético ante la mirada de Iván Iglesias que le marcaba de oído. El partido se volvió definitivamente loco y, en una gran falta sacada por Stoichkov, el Barça pudo empatar al borde del descanso. Aquel despropósito defensivo se convirtió en un homenaje al fútbol de ataque por parte de ambos equipos y Caminero, de un buen cabezazo, volvió a adelantar al Atlético en el descuento de la primera mitad. Imaginen por un momento lo que se pudo escuchar en la tribuna del estadi mientras degustaban los bocadillos del entretiempo…
La segunda parte fue un vendaval blaugrana .Nada más comenzar llovieron las ocasiones hasta que Andújar pitó penalti por falta clara a Romario, un penalti que tiró y falló Stoichov por la expulsión del gran especialista, Ronald Koeman. El partido ahí comenzó a tomar tintes dramáticos. Pero aquella noche no tocaba drama sino comedia y el pequeño gran brasileño Romario da Sousa , que no estaba dispuesto a que le amargaran la noche, tomó un balón perdido en el área y lo colocó con precisión de cirujano en la escuadra para, presuntamente, empatar a tres el partido.Pero Andújar , esta vez confundido por su asistente, anuló el gol ante la estupefacción de todos los que estábamos viendo el partido. Vista la repetición no hubo motivo alguno para la anulación. Una vez más, un árbitro la estaba montando en el Camp Nou.
La épica estaba instalada en aquellos partidos y ,en la jugada siguiente, Stoichkov se fue por la banda derecha para asistir a Romario que volvió a marcar y ahí se volvió loco levantando ambas manos en señal de desesperación.Por fin le concedían un gol valido tras haberle anulado ya dos en el mismo partido. Pero todavía había que ganar el partido y ahí estaba el brasileño para conseguirlo. Una vez más, tras un pase en profundidad se fue en velocidad de toda la defensa y encaró a Abel al que volvió a superar ¡Qué grande era Romario! Él solo remontó el partido ante el éxtasis de toda la grada que comenzaba a inmunizarse del fatalismo histórico.Una vez marcado su tercer gol, el brasilero se convirtió en asistente y le regaló otro a Stoichkov que redondeó el marcador con aquel mítico 5-3. Andújar, para redondear su actuación, acabaría expulsando al búlgaro y al central López dejando a ambos equipos con nueve. Así era el pequeño árbitro almeriense.
No recuerdo un partido mejor de Romario. Marcó goles espectaculares en otros partidos pero la sensación de superioridad que vi aquella noche solo la he vuelto a sentir con un argentino pequeñito, casi 20 años después. Aquel día le tocaron el orgullo al hombre llamado Romario y salió el verdadero crack que, de haber tenido una vida más ordenada, estaría compitiendo por ser uno de los mejores de la historia. O quizás no, nunca lo sabremos.