Había en el ambiente muchas ganas de que el Barça, intratable en Liga, tuviera el primer gran tropiezo de la temporada y se sirvieron los ingredientes para dar un empujoncito para que ello ocurriera. El arbitraje de Mateu Lahoz, un árbitro con que el Barça ha declarado en reiteradas ocasiones no estar demasiado contento, la olla a presión de La Rosaleda y un césped en pésimo estado no eran las mejores condiciones para reparar el despiste de la ida y los imparciales de Telecinco , que a nuestro pesar retransmitió el partido, que perpretaron una de las retransmisiones más vergonzosas que uno recuerda.
Pero no contaban con este magnífico grupo de jugadores y de grandes campeones que se llama Fútbol Club Barcelona. El equipo salió ayer con el smoking puesto pero con la navaja entre los dientes, incisivo, rápido, despierto y con ganas de sacar lo mejor de las esencias. Para redondear la jugada Jordi Roura sacó el mejor equipo posible, dando descanso únicamente a Puyol, sin dar lugar a experimentos o jugadores que se quieran reivindicar. Jugaron los mejores.
El Barça comenzó con intención de tomar el control del partido desde el primer minuto pero la fuerte presión malaguista y el pésimo estado del terreno de juego, que se convirtió en una pista de patinaje, impidió que consiguieran su objetivo inicial. De todos modos el Barça dio primero, en una jugada en la que Alves, en línea con la defensa, sacó un buen pase para que Pedro rematara de cabeza a la red y abriera el marcador. Los imparciales, los mismos que no veían fuera de juego en la jugada de Callejón en Pamplona, vieron claro fuera de juego de Valdés , antes de que se repitiera la jugada, creando siempre la certeza en la retransmisión de ayudas arbitrales al Barça, eso fue solo el principio. El empate no debió subir al marcador pues la jugada se inició con unas claras manos de Seba, unas manos que vio Mateu por estar casi enfrente en la jugada y que inició un contrataque que culminó Joaquín con un buen chut en la base del poste derecho.
Es curioso que esta vez no se dijera nada de las manos en la retransmisión, pese a que el realizador sí repitiera la jugada. Parece que alguien les dio un toque y, pasados más de diez minutos del gol, al fin, dijeron que había una mano que era difícil de apreciar y no se sabía si era voluntaria o involuntaria. Mi teoría es que Lahoz vio la mano, pero inmediatamente recordó la mano involuntaria de Thiago en el Pizjuán y se tragó el pito. Lo mismo ocurrió con Cesc. El árbitro no olvida la expulsión de Medel en Sevilla y que le costó varias semanas en la nevera. A la mínima que pudo se lo recordó al centrocampista de Arenys, concretamente en una caída en el área en la que hubo contacto, el jugador cayó pero se levantó enseguida pidiendo córner. Antes de que se hubiera levantado, ya le había sacado la tarjeta. Eso es predisposición.
El partido llegó empatado al descanso y obligaba al Barça a marcar al menos un gol en la segunda parte. El Barça debió marcar antes, pues, pese a marcar al final cuatro goles falló varias ocasiones de gol, especialmente un larguero de Iniesta, pero fue el Shakiro, el recién estrenado papá, el que marcó el gol que ponía la ventaja en el marcador. Un pase desde la izquierda del manchego, que estuvo especialmente inspirado anoche, le llegó en ventaja a Piqué para que rematara como un killer, ajustado con la izquierda. Parecía que el partido se había acabado pero todavía quedaban un par de cartuchos en el cargador. El Barça dominó ampliamente este tramo del partido y siguió haciendo lo que sabe, pero en una jugada de ataque barcelonista, Weligton pisó descaradamente a Cesc, una agresión que vio necesariamente el asistente. Pero el paradigma del “sigan sigan” dejó continuar la jugada que acabó con el gol del empate de Santa Cruz ante la indignación barcelonista. No quiero pensar (o sí) que Mateu recordó la agresión de Medel a Cesc y pasó una segunda factura al jugador catalán y, de paso, al Barça.
A los de Telecinco se les hacía el trasero “pepsicola” pensando en una posible prórroga (y en el desgaste físico que supondría) pero el Barça tomó definitivamente las riendas del partido y fue Iniesta a pase de Cesc quien volvió a meter un gol importante, el gol que les metió de lleno en semifinales, un gol que me provocó una tortícolis que todavía arrastro pasadas algunas horas. Únicamente faltaba Messi para unirse a la fiesta y no defraudó, otra vez a pase de Alves, remató de cabeza cerrando la goleada y demostrando que este equipo sigue muy vivo por mucho que se le quiera enterrar.
Dudas despejadas. El Barça se enfrentará al maligno en semifinales. Que nadie espere favores arbitrales ni equidad en el trato. Esto es la guerra y lo es desde hace mucho tiempo aunque haya algunos que todavía no se han enterado y dicen que ahora los arbitrajes “pintan bien”.Espabila Sandro. La decisión y calidad de una plantilla está enfrentándose desde hace bastante tiempo a un frente común económico-mediático en pro de los títulos madridistas, y aún así, solo han conseguido migajas. Que siga así mucho tiempo.