Mestalla siempre ha sido un asco. Y lo dice quien ha estado muchas veces en esas gradas y sabe perfectamente de qué pie calzan sus aficionados. Un jugador cuando aterriza en Valencia prueba la paella, conoce la famosa noche valenciana y es informado convenientemente de cuál es el rival a batir en la Liga. Efectivamente no es el rival de la ciudad, o el de la comunidad sino el Barça, ese vecino lejano al que la ciudad de Valencia le tiene tantas ganas. Así que, cada vez que viene el Barça a Valencia, se crean todos los condicionantes para preparar una buena encerrona. Césped sin regar pese a que sábado y domingo hubo vientos de hasta 120km/h y una plantilla motivadísima como no lo está para ningún otro rival, como se pudo comprobar en este estadio hace poco menos que quince días.
Por otra parte vino un Barça saturado, de Madrid, de caverna de calumnias y de patadas. Los jugadores no salieron ayer al campo de Mestalla a lo mismo que los del Valencia y se notó. Pedíamos que el entrenador interviniera en la alineación y en el ánimo de los jugadores pero no hubo ni lo uno ni lo otro y se perdió una oportunidad de dar el golpe definitivo a la Liga. Por contra se entró en un partido físico, emotivo y sin control en el que hubiera podido ganar cualquiera de los dos y acabaron empatando. Pudo ser bastante peor.
El partido comenzó con un Barça perdiendo balones en la zona donde nunca los pierde. El mal estado del terreno hacía que les costara más el juego a uno o dos toques y los jugadores valencianistas, con más chispa, se tiraban enseguida encima de los jugadores algo espesos en la tarde de ayer. El Valencia aprovechaba los fallos y en los primeros minutos, Soldado se encontró con un contrataque peligrosísimo que tuvo que cortar Mascherano con una tarjeta necesaria. El Valencia seguía apretando y el Barça perdió el control del partido y en un balón por alto la defensa no supo despejar el balón que le cayó a Banega quien marcó el 1-0. Víctor pudo hacer algo más en ese balónaunque después se desquitaría con paradas de gran dificultad.
El Valencia reculó con el uno a cero y el Barça tuvo suerte de que Joao Pereira se le fuera la “olla” en un penalti clarísimo a Pedro que el árbitro no dudó en pitar. Messi marcó el empate pero el partido no cambió. El encuentro entró en un juego de los despropósitos con pérdidas constantes de balón y poco control del juego, tampoco hubo ocasiones hasta prácticamente la media hora del segundo tiempo.
Cuando a los jugadores valencianistas, especialmente a Banega, se les acabó la gasolina el Barça pudo comenzar a controlar el partido y así surgieron Iniesta, Xavi y Messi inéditos hasta el momento. El argentino soltó alguna pincelada de su magia y dejó a Cesc solo ante Guaita con un pase magnífico que falló por escasos centímetros. Después fue Villa, que sustituyó a Cesc, el que la tuvo muy clara pero el balón salió a un palmo de la portería. Ahí acabaron las ocasiones ante un Valencia que había reculado, pero que aún tuvo un arreón final en una buena jugada de Cissokho que acabó con un paradón de Valdés. El partido acabó con otra parada magnífica de Víctor ante un chut de Canales que salió en la segunda parte. Al final fue Valdés con su colocación y agilidad en esos dos balones el que salvó el punto.
No debemos sacar demasiadas conclusiones al partido de ayer por su especialidad. Mestalla es lo que es y los partidos allí van a ser siempre difíciles, sobre todo si has jugado un partido a cara de perro contra un Madrid que pagó su esfuerzo en Granada perdiendo contra un candidato al descenso. Los clásicos son un “chollo” para los equipos que juegan inmediatamente después contra Barça o Madrid. Si no que se lo digan al Chelsea o al Bayern…