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Yoyalodije

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Preparando mi reválida de 4º de bachillerato tuve que enfrentarme a no pocos análisis gramaticales y texto que, en previsión de la dificultad de la prueba, nos imponía el profesor. Era éste un soriano, socarrón, discípulo de Machado y perseguido por El Régimen. Muy aficionado a elegir textos de entre los clásicos, recuerdo con especial claridad uno:

“No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-, pues no le quitáis de la mano.” Tantas vueltas y tiento dio al jarro, que hallo la fuente y cayo en la burla; mas así lo disimulo como si no lo hubiera sentido, y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando en el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, senteme como solía, estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que agora tenia tiempo de tomar de mi venganza y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejo caer sobre mi boca, ayudandose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada desto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima.
Y, lo recuerdo, porque me vi muy negro, para contestar a la cuestión: ¿Cómo pudo el viejo ciego “ver” la treta de Lázaro?.

Venga a cuento, pues, la historieta del lazarillo, para explicar que muchos ciegos ven, porque están empeñados en ver, mientras que muchos “iluminados” son incapaces de ver la luz, aunque les queme las narices, porque están empeñados en “permanecer a oscuras. Mas o menos como los periolistos cavernarios, horrorizados porque un vídeo llame “hienas” a los jugadores del Podrit por jugadas merecedoras de la reprobación mas pertinente, y se quedan en el “horror del vocablo” sin ser capaces de ver el horror de las imágenes.

O cómo, esos mismos periolistos, deslumbrados por el fulgor del juego de la Selesión Ejpaññola, son, así mismo, incapaces de ver que los responsables de la calidad del juego desplegado son los mismos que lo practican cada semana, con idénticos resultados excelentes, en la Liga BBVA. O que, embelesados por la calidad que destila Andrés Iniesta, no pueden ver, ni entender, que el albaceteño ha llegado a donde está gracias a una sistema de aprendizaje único en el mundo.
Hecho que si ha sido observado, analizado y descrito, con todo su brillo y esplendor, por los cegatos futbolísticos de uno de los principales medios de USA, que, no sólo lo ha destacado en su programa de máxima audiencia, sino que, además, lo ha propuesto como modelo de excelencia a seguir…

Pero claro, peores son, en mi opinión, los componentes de cierta Junta Directiva que, disfrutando a diario de la excelencia del modelo, están tan extasiados por el, que son incapaces de ver, y de reconocer, los méritos de los responsables de tal excelencia, es decir al GENIO que implantó el modelo, al profesional responsable del METODO que lo hace único, y al estudioso que lo EVOLUCIONO para que rindiese el máximo de éxitos.

Quizás esto no sea mas que el reflejo de una sociedad en la que, el deslumbramiento producido por el éxito de los pelotazos inmobiliarios y las estafas millonarias, nos hace ciegos ante el valor del trabajo bien hecho, la importancia de la asunción de la responsabilidad por los errores cometidos, y la serenidad del comportamiento honrado.

No nos dejemos deslumbrar por el oropel de las portadas centrallecherianas, ni distraer por los gritos desaforados de los voceros mandrlistas florentinianos, ni nos arruguemos ante la prepotencia desatada de los puntopeloteros enrrabietados. Antes bien, dejémonos enredar en la delicada urdimbre de los pases de nuestros ases, en la áurea definición de nuestra estrella mas rutilante, y veamos, si, veamos como deambulan sin rumbo, tropiezo tras tropiezo, los enceguetados envidiosos de nuestra luminaria mas esplendorosa.