Un clásico Madrid-Barça siempre es importante aunque no sea trascendente. La excelente primera vuelta del equipo de TV ha dejado al, a priori, claro favorito de esta Liga a 16 puntos de un Barça que supo plantearse retos a corto plazo allá por el mes de agosto. De aquel lejano 30 de 30, al final fueron 28 de 30 pero fueron suficientes para dejar la Liga sentenciada. Hoy, pese a todos los pesares y sobre los que no voy a reincidir por no caer en el masoquismo, el Barça llega al Bernabeu con todos los deberes hechos de tal modo que la victoria es importante, por recuperar el estado anímico de la culerada pero no trascendente porque, aunque se pierda el partido, la Liga sigue más que encarrilada. Sin urgencias.
Hemos escuchado muchas cosas desde el martes, demasiadas. Hemos visto a un equipo, el Madrid, que como sospechábamos tras verlo perder, tampoco sabe ganar y también hemos visto a una afición, la culé, que en el fondo sigue contenta con el equipo pero que se da cuenta de que ya han pasado los mejores años de este equipo. Triste pero real. Pongámoslo todo en un punto medio y, a lo mejor, nos acercamos más a la realidad. Que Mourinho ha conseguido desactivar en algunos partidos al Barça, como ya lo hicieron otros antes, es una realidad y que el equipo anda algo estancado en su juego, también. Que los meses de enero y febrero no son los mejores históricamente del Barça de estos últimos años ya se sabe y que algunos jugadores están dando sus últimas tardes de fútbol a este club, evidente.
El problema, el problemazo, diría yo, es qué hacer y sobre todo quién va a tomar las decisiones en un futuro. Rosell desde que llegó a la presidencia no ha tomado ninguna decisión deportiva que sea propia, se ha limitado a intentar molestar lo menos posible al equipo, aunque al final, no lo ha conseguido del todo. Porque los proyectos como casi todo en la vida necesitan de tomar decisiones aunque todo vaya bien, como fue prescindir de Eto’o tras el triplete, o de Ibra pese a ser el fichaje más caro de la historia. Requieren de ir cambiando de táctica aunque sea para marear al rival aunque a veces marees a los tuyos. Requieren, en definitiva, de ir moviendo el árbol de vez en cuando para que caiga la fruta madura y quede la verde.
La decisión de colocar a Tito tras la marcha de Pep fue un acierto. Porque Pep, más tarde o más temprano, se hubiera ido igual, incluso con Jan de presidente. Lo que nadie podía prever era la recaída en su enfermedad y la paralización de su proyecto desde hace ya un par de meses. Los grupos humanos son seres en lo colectivo y necesitan de alimento constante y no pueden sobrevivir simplemente con la autogestión, más allá de dos o tres semanas. Al bueno de Jordi esto se le ha hecho largo y al equipo también, espero y deseo que se cumplan los pronósticos y que Tito pueda reincorporarse tras la Semana Santa, y sobre todo, que vuelva para quedarse.
Hoy, la misión, más que conseguir los tres puntos, es recuperar el ánimo colectivo y para ello JR introducirá savia nueva en el once. Un recambio forzado, el de Xavi, al que las piernas comienzan a fallarle, y otros aconsejados como el de Puyol o Cesc que podrían esperar su oportunidad en el banquillo. No me espero un mal rival, ni que esté pensando en Old Trafford y sobre todo me espero un ambiente de euforia contra el cual tendremos que bregar. Es el Barça el que tiene que crearle las dudas a través de un juego más eléctrico y eficaz buscando portería desde el primer minuto. Yo apostaría por Villa un auténtico especialista ante el maligno y por Thiago repartiendo juego en la medular junto a Iniesta. Me niego a creer que el Barça haya perdido todo su fútbol en dos semanas, me niego a pensar que el Madrid ahora domine el fútbol porque le salieron bien dos contrataques, me niego, en definitiva, a tragar con toda la propaganda blanca que hace que lleguemos a discutir entre nosotros sobre lo que hace tres semanas era indiscutible: el estilo.