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Yoyalodije

Yo estuve en Wembley, capítulo 4

(Como sugerencia se puede leer escuchando el “Fa vint anys que tinc vint anys” de Serrat o el “Tan joven y tan viejo” de Sabina o los dos a la vez en la versión de la gira conjunta 2012-2013)

CAPÍTULO 4 El Partido.

Si yo fuera uno de esos sesudos “analistas” (cuanto daño ha hecho Maldini) que pueblan el pseudoperiodismo futbolero actual, me habría visto el partido en los últimos días 4 ó 5 veces para poder dar ahora una lección magistral y poner el énfasis en aquel detalle que pasó desapercibido en su momento, pero que a la postre, (y según ellos) fue la clave del encuentro… Algo así, como lo que hacían otros “sesudos”, en este caso cinematográficos, en aquellas tertulias con Garci en la 2, hablando como si recordasen (lejanamente) la película en cuestión, cuando acababan de verla y se habían empollado las enciclopedias y los libros de rigor sobre la misma, al efecto.

No lo he hecho y no voy a hacerlo, ya os lo digo…

En aquel mes de Mayo del 92 sí, vi el partido 3 ó 4 veces, una in situ, otra luego cuando lo repitieron por la tele  y otra más por lo menos con el video que regalaron con uno de los periódicos. Más que nada por verlo “bien” y sobre todo por verlo en compañía de mi querido Juanín (ese padre del que ya os he hablado otras veces, culpable de insuflar en mis venas este veneno barcelonista para el que no existe antídoto posible).

No lo he vuelto a ver entero…

Por tanto lo que estas líneas reflejan son sensaciones, sentimientos, recuerdos… a veces mezclados en esa nebulosa que produce el tiempo, pido perdón por tanto, si cometo algún error producto de una memoria tal vez frágil o tal vez idealizada.

Recuerdo como se fue llenando poco a poco el impresionante Estadio de Wembley, nuestra ubicación detrás de la portería que nos iba a hacer felices, aunque escorados al palo contrario a aquel por donde entró el misil koemanianao, y como arengábamos a los nuestros durante el calentamiento especialmente cuando alguno se acercaba a recoger una pelota perdida tras la línea de fondo, estábamos tensos, nerviosos, deseando que empezase todo, pero a la vez, buscando cada detalle.

“No juega Txiki, está calentando con los suplentes”

“Mira a Johan allí en la banda”

“Richi Wichi no está”…

“Hristo… Hristo… Hristo”

“Alguien llega al palco- ¿Quién es?” “Es Lineker” dijo uno… Todos de pie… “Gary, Gary, Gary”

La primera sorpresa: la alineación. Juega Julito para goce y disfrute de Ángel, no salen ni Goico, ni Txiki, ni Witchge, ni Nadal, atrás Johan se cubre un poco y mete 4 defensas, Ferrer, Nando, Koeman y Juan Carlos (la otra “novedad” de la alineación), el resto los previsibles Guardiola, Eusebio, Laudrup y Bakero, con el “indomable” arriba.

Al principio… Cantamos el Himno… Tenemos miedo, mucho miedo, miedo al calvo Lombardo y sus incursiones por la banda, menos mal que a la media hora más o menos lo tenemos controlado, cambia de banda y tal pero primero lo aburre uno y después el otro, geniales nuestros pequeños Juan Carlos y Ferrer, diferentes a los pequeños de ahora sí, pero grandes también.

Lo mismo hacen con Mancini y Vialli cuando caen por su bandas y bien Nando y Ronald por el centro, aún así Zubi tiene que meter dos manos a córner, que desde lejos parecen espectaculares.

Animamos Barça, Barça, Barça, a veces ellos gritan más.

Dominamos, controlamos, juega Guardiola y Bakero lucha pero llegamos poco, se me pierde en el umbral del tiempo la memoria, recuerdo las jugadas como coletazos aleatorios y tengo la extraña sensación de que todo el peligro de la Samp fue en la portería contraria, lejana a nuestro sitio y todo el nuestro fue en la que teníamos más cerca.

Julito en el área recortando defensas va a entrar en la historia y Pagliuca se la saca abajo.

Laudrup en slalom remata desde fuera del área y sale fuera por poco.

Otra vez el himno, otra vez Barça, Barça, Barça…

Y la ocasión más clara, creo que en el segundo tiempo, igual en la prórroga que más da… Cabalga Hristo desbocado, en pos de una pelota al hueco, puro estilo irrenunciable, sale Pagliuca y la cruza… Cantamos gol, cuando la pelota una vez sobrepasado el portero Italiano, desaparece de nuestra vista ¡Jodida valla publicitaria, que no nos deja ver!… El balón vuelve al campo, Stoichkov se lamenta con grandes aspavientos y el partido sigue… dio en el poste.

Prorroga… el chaval de mi derecha, que no sé ni cómo se llama, igual me lo ha dicho, pero no me acuerdo, no para de repetir… “Los penaltis, no, los penaltis no”, mientras baja la cabeza, como si no quisiera ver algo que aún no ha sucedido, se agolpan los malos presagios Sevilla, Zubi y su leyenda negra con los 11 metros… Algún loco o desesperado pide a Busquets para la hipotética tanda.

Yo tengo fé, Ángel menos, también le teme a Pagliuca, supuesto especialista en detener lo que los cursis llaman pena máxima.

Y si es Zubi el elegido para vengar la afrenta de Urruti t`estimo (no sé si se pone así) y Dukadam… me pregunto a mi mismo mientras intento insuflar ánimo a mi alrededor.

Goico, salido de refresco por Salinas en la segunda parte, lo intenta, lo buscan, pero ellos son duros, rocosos y luego Pagliuca, siempre Pagliuca.

Nadal y Txiki calientan, yo sacaría al genio vasco, pero Johan prepara al poderoso balear, ¿Colgar balones, ¿un córner? ¿qué?.

Eusebio porfía un balón cerca del área, él también tiene fe, ¡falta! Gritamos. El árbitro la pita, pienso en la gente del autobús y rememoro mi frase. Si hay una falta Koeman, solo Koeman.

Hristo saca en corto, Bakero la para y Ronald lanza un zapatazo, creo que en ese instante todos sabemos que si va dentro es gol. No llega Pagliuca. El balón entra. Lo hemos visto, allí, a  unos pocos metros de nosotros… Ya está… solo un grito GOOOL, GOOOL, GOOOL.

Ronald corre hasta el córner, allí se abrazan todos… nosotros de pie, (ya no nos sentaríamos). Me abrazo a Ángel, saltamos, me abrazo a un chaval de Zaragoza que no conozco de nada y que ya no piensa en penaltis y mal fario. Lloramos como niños pequeños.

El himno, el Barça, Barça, Barça, bufandas al viento, Campeones, Campeones, Campeones.

Se va Guardiola y entra Alexanco, le va a dar tiempo a despejar de cabeza el último balón colgado por una Samp que ya no cree, que se sabe derrotada y que ha vendido muy cara su piel. Talín se lleva otra de las ovaciones de la noche, es el último grito de alivio antes de la euforia final.

¡Arbitro pita ya!… Nos  hace caso… más lágrimas, lloran también Guardiola, Ferrer… Johan y Charly se abrazan, eran esos tiempos… otros tiempos… Ya están sobre el césped Serna, Witchge, Cristobal, Angoy y el sancionado ausente, Guillermo Amor, ello son también campeones.

El utillero les da la blaugrana para subir a por la Copa y por fin… Talín la eleva al cielo de Londres, es nuestra, de todos nosotros, los que jugaron y los que no, los que estuvimos allí y los que lo vieron desde casa.

El himno… Nadie nos mueve de allí, queremos verlo todo, fijarnos en todo, guardarlo en la retina para siempre. Hristo, Koeman, Zubi, Bakero… La foto, la vuelta de honor, como la llaman…

Pero se nos queda prendido en el alma Guardiola, como un crío, dando botes, no suelta la Copa. Guardiola somos nosotros mismos, es de nuestra edad, poco más o menos, es lo que quisiéramos ser… El sueño infantil que no pudieron darnos Hansi o Quini. El fin de la pesadilla adolescente de una noche sevillana con Víctor y Calderé. Éramos Pep.

Angel y yo aguantamos hasta el final, no queremos irnos, somos casi los últimos, bajamos hasta la valla que separa el césped de la grada, le pedimos al Bobby por señas que nos dé un poco de hierba del mítico escenario… nos mira con cara de asombro, pero nos dice que no puede. Al final conseguimos un poco de arena de la que hay detrás de la portería. Es un tesoro, nos la repartimos haciendo un par de montoncitos del que yo al menos aún guardo el mío y salimos en busca del autobús para el regreso.

Porque todo viaje tiene su regreso, cual odisea de Ulises, pero eso como todo cuento que se precie forma parte del epílogo.

(Continuará)