El sistema creado por el Barça requiere de estados máximos de rendimiento en los aspectos físico, de concentración y de intensidad. En todos los jugadores.
Puede fallar una pequeña parte de este todo sin que el equipo se resienta en exceso, pero si fallan varios jugadores o alguno de estos aspectos el equipo pasa de ser absolutamente imbatible a ser asequible para cualquiera. La decadencia física del periodo pre-Guardiola es un buen ejemplo.
La diferencia de rendimiento hace que se perciban partidos como malos, cuando para la mayoría de equipos serían buenísimos. Esto hace que medios y afición, después de un partido como el de ayer, en lugar de celebrar la gesta que es meterse en semis, esté desesperada con un “sí, pero”, “así no”, etc.
Ya tenemos a los detritos humanos recordando el pasado “9 COpaj de uropa”, somos incapaces de disfrutar del presente, y nos obsesionamos con la versión más negativa del futuro.
Escuchar a los creadores de opinión propios es desesperante, irritante, patético.
Ayer el Barça hizo el partido que tenía que hacer. Y fue justito clasificarse. ¿Por qué? Simple, porque contrariamente a lo que muchos tribuneros creen, el resto de equipos no son colecciones de 11 humanos escogidos al azar porque alguien tiene que enfrentarse al Barça. No, son profesionales altamente cualificados y tienen el mismo objetivo. Y no olvidéis, lo repito siempre y lo seguiré haciendo: la victoria solo tiene valor cuando existe la posibilidad de derrota.
He comprobado en la prensa de hoy, porque tenía mis dudas tras leer elYoya y escuchar algunas tertulias, que el Barça ayer se clasificó para semifinales de la UCL por sexta vez consecutiva.
Creo que eso es una buena noticia.