Seguimos igual. Era lógico teniendo en cuenta que las dos semanas de selecciones suelen entorpecer más que ayudar a la preparación de los jugadores. Viajes larguísimos y seleccionadores timoratos que no dan ni un minuto de respiro a sus estrellas nos produce siempre una situación complicada, sobre todo si el rival es de la entidad del Sevilla de ayer en el Camp Nou. Por tanto, si, tras el partido de Mestalla, no sabía muy bien cuál era el futuro del equipo, menos lo voy a saber tras la merma de estos quince días de parón. Lo que si que es evidente es que el equipo, en la actualidad, tiene dos caras en función de que le llegue bien o no el oxígeno al cerebro de los jugadores, la de la primera parte de Málaga, Valencia y la de ayer, y las segundas partes, en la que ayer se pudo , perfectamente, haber perdido los tres puntos.
Es de lógica pensar que si el equipo jugó unos grandes minutos en Valencia el camino debe ser ese y que la desconexión neuronal se debe a la patética preparación física de pretemporada que convierte las segundas partes en algo parecido a una ruleta rusa. Pero no es eso tampoco, viendo el planteamiento de Emery en la segunda parte, decididamente a por el partido, no se entiende el de la primera parte como si de un Logroñés cualquiera se tratase. Es algo complejo que, cada vez exige más elementos de análisis.
Si a ello añadimos que hay jugadores que parecen no estar cómodos con el nuevo técnico, como Iniesta y Tello, que fueron titulares anoche, el trabajo a Martino se le multiplica por varias cifras.
Entrando en el partido, la alineación no tuvo otra sorpresa que la alineación de Tello y el descanso en el banquillo de Cesc, verdadero motor del equipo en las últimas jornadas. Tello no estuvo bien aunque su situación en el extremo derecho tampoco le ayudó. Es otra de las carencias de la plantilla, prácticamente todos los extremos juegan mejor por banda izquierda y al que le suele tocar la china, Pedro, acaba siendo el peor del partido. Ayer le tocó a Tello y, como era previsible, estuvo muy flojo.
Sin Cesc en la medular el juego se convierte en más funcionarial, más defendible, los mismos pases en horizontal, las mismas jugadas que nuestros rivales se conocen de memoria, eso sí, con un buen control del tempo del partido que se jugó en la primera parte al ritmo de Xavi, o el que nos dejó Del Bosque, a elegir. Así que hubo pocas jugadas destacables, más allá de la insistencia de Neymar a quien cosieron a faltas y el gol que se fraguó tras una extraña combinación entre laterales que acabó en un buen remate de cabeza Alves que no supo sacar Beto. El ritmo no lo cambió ni el gol y solo las filigranas del número 11 daban algo de alegría a un partido bastante flojo por ambas partes.
Llegó la segunda parte y con ella el Sevilla, que parecía haber reservado piernas para este momento, sabiendo de la falta de frescura de los nuestros. Y acertaron. Los jugadores del Sevilla ganaron todos los balones en disputa y todos los duelos por velocidad dejando en evidencia a jugadores que están pensando en demasiadas cosas al margen del fútbol. Así el Sevilla pudo marcar en un córner en una jugada en la que Muñiz pitó falta de Cala a Alves para sorpresa de todo el Camp Nou. No digo que no se pueda pitar la falta, lo que me sorprendió es que lo hiciera “el gominas”. Afortunadamente, tras el gol anulado, el Barça tuvo algunos fogonazos de buen juego y en uno de ellos, la conexión Neymar-Messi volvió a funcionar situando un tranquilizador 2-0 en el marcador que , visto lo visto, era para celebrar.
Pero el Sevilla siguió insistiendo y la velocidad de Vitolo y la potencia de Rakitic (ya hace tiempo que se ve que es un jugador Barça) llevaron de nuevo el desconcierto a la zaga con un gol en el que, una vez más, se dejó en evidencia que algunos jugadores no son ni sombra de lo que fueron hace poco más de dos años. Volvieron los nervios y volvió Messi. El Barça pudo sentenciar con un par de combinaciones entre Cesc, Neymar y Messi pero el que marcó fue el Sevilla en un nuevo error de marcaje que dejó a Coke solo para empatar en el minuto noventa.
Parecía que el empate sería el resultado final, cuando el de siempre, el mejor jugador de la historia, tomo un balón en el descuento y se internó en el área como una bala sin que nadie pudiera pararlo, su centro fue rechazado y Alexis que pasaba por ahí se convirtió en el héroe por accidente de la noche, ya lo venía mereciendo el currante chileno.
La noche pudo ser triste y se convirtió en un estallido de euforia, una euforia que no nos debe poner la venda en los ojos de lo ocurrido en esa preocupante segunda parte. Sí, el rival empató (y pudo perder) en Villarreal, pero el Barça debe mirar más allá y pulir todos esos defectos ahora porque en marzo será demasiado tarde.