Permitanme que rompa una piruleta en favor del Barça de la próxima temporada e inunde sus mañanas con un artículo que harán desear que hubiesen reciclado un comentario aleatorio de terricola sobre Pedro.
Soy consciente de que en estos momentos es difícil mostrar optimismo al observar el horizonte inmediato de nuestro club, pero no por ello hay que descartar, sin ni siquiera valorarlas, las pequeñas razones para creer en una mejora sustancial respecto lo que han sido las últimas temporadas.
Este verano me recuerda al de 2008. Tras una temporada en blanco, con jugadores clave de la anterior época en el disparadero, una directiva cuestionada y la necesidad de sacar rendimiento deportivo a algunos jugadores que van a entrar en su recta final y que por calidad merecen un último proyecto ganador en los que encajar.
Entonces llega un entrenador de la casa, con experiencia en el filial, joven, enérgico, de ideas claras y sin miedo a exponer sus opiniones sobre quien debe y quien no debe estar en la plantilla. Se fumiga a los jugadores a los que considera irrecuperables. Ofrece galones a los que todavía les quedan unos años que entregar al fútbol de élite. Acoge en el primer equipo a un par de canteranos con los que ya ha trabajado y apuesta por ellos sin ningún miedo. Realiza una cantidad moderada de fichajes que en absoluto colman las expectativas. Y sobretodo, envía un mensaje a la afición de esfuerzo y sacrificio de una plantilla que parecía exhausta y totalmente saciada.
Obviemos que la comparativa entre directivas es absolutamente injusta. Los jugadores irrecuperables fueron Ronaldinho y Deco, hoy lo son Cesc y Xavi. Los que todavía le debían una al fútbol y se quedaron para demostrarlo fueron Henry, Xavi o Márquez, ahora serán Neymar, Iniesta y Piqué. En el papel de Busquets y Pedro, ahora llegan Rafinha y Deulofeu. En cuanto a los fichajes, Alves fue clave en la conquista de todo, ahora llega Rakitic con una serie de equivalencias obvias, y llegarán otros como llegaron aquel verano que puede que no colmen las ilusiones de la culerada, pero que estoy seguro de que serán deseos del entrenador y que encajarán en su visión del juego.
Con todo esto, tan solo me queda acogerme a las palabras del aprendiz que se convirtió en maestro: “Perdonaré que fallen, pero no que no se esfuercen”.
Visca Barça!