Para ser medianamente justo con lo visto anoche en el Camp Nou habría que escribir, al menos, dos crónicas. Una primera con un Barça excelso, confiado en sus posibilidades y que, en veinte minutos puso a su rival de rodillas, gracias a la concentración de los dos anclajes, ayer, un magnífico Mascherano y el siempre generoso Rakitic y al talento del jinete pálido de Fuentealbilla conjugado con los dos fenómenos de delante. Incluso Pedro tuvo buenos minutos, de tal modo que, el 2-0 del descanso quedó cortísimo debido a las claras ocasiones además de los dos goles, un poste de Pedro en una jugada que era gol o gol y una deliciosa entrada de Iniesta que recordó a ese Don Andrés que creíamos perdido. Por contra, la segunda fue como un globo que tiene un pequeño pinchazo, apenas perceptible, pero que se va deshinchando sin remisión. El pinchazo se hizo boquete con la salida de Messi del campo y tras el gol del Ajax se escucharon los conocidos murmullos en la gradería. Afortunadamente, Sandro (el bueno) finiquitó el partido en el descuento y se aseguraron tres puntos de suma importancia para esta competición.
Volviendo al partido, decir que el equipo salió al campo con la cabeza despejada y sin pensar en el partido del sábado y , sin duda, se sacó de la manga los mejores minutos de esta temporada. Se pulieron defectos y, realmente, el equipo pareció un todo organizado para que las figuras acabaran marcando las diferencias. Y así fue, apenas habrían transcurrido siente minutos cuando Messi hizo varias paredes en la frontal del área, primero con Pedro y luego con Iniesta para acabar asistiendo a Neymar que definió con la maestría que le ha convertido en el máximo goleador de la temporada. El Barça era amo y señor del balón y del juego y, en una recuperación del grosso Mascherano, asistió a Iniesta para que éste diera un pase a Messi que se coló entre los centrales para fusilar a Cillesen que no pudo más que rozar el balón antes de que entrara en la portería. Después debió marcar Pedro que chutó al poste e Iniesta se quedó solo ante el portero holandés tras rifarse a todos los defensas que le salieron al paso pero Cillesen, buen portero, le adivinó la intención y despejó a córner el balón picado por Don Andrés. Con el descanso acabó lo bueno.
En los primeros minutos de la segunda parte ya se notó que el equipo no tenía la cabeza al 100% en lo que estaba haciendo y fue perdiendo intensidad por momentos creyendo que el partido estaba sentenciado. A este pensamiento ayudó Luis Enrique al cambiar con una celeridad inusitada a Neymar y después a Messi poniendo inconscientemente el enfoque en el importante partido del sábado. El equipo lo notó y comenzó a evidenciar síntomas de extrema orfandad. Acostumbrados a jugar con Messi delante, el Barça se sintió vulnerable y el Ajax olió la sangre. Los buenos jugadores de Frank De Boer dieron un par de pasos al frente y comenzaron a poner en problemas a la defensa, especialmente a un Piqué que perdió absolutamente la concentración y se convirtió por momentos en el jugador más peligroso del Ajax. Al final, en una jugada en la que el centro de la defensa pareció la del Barça B, El Ghazi se coló fácilmente y marcó el inquietante 2-1 a dos minutos del final.
No teníamos las cosas claras cuando el escocés Collum añadió 4 minutos de descuento pero, afortunadamente, en un buen contrataque conducido por el recién ingresado Rafinha, Sandro definió, de un modo podo ortodoxo pero eficaz , remató el partido y colocó otros tres puntos en la ajustada clasificación de la liguilla. Una lástima del gol de Cavani a última hora porque nos hubiera permitido reparar el desaguisado de París.
Ayer, afortunadamente, fue el último partido sin Luis Suárez y todo apunta a que jugará en Madrid. El del sábado vuelve a ser el partido del siglo, como cada año, aunque se jueguen seis clásicos durante el año. Dos equipos muy diferentes pero que llegan con el punto justo de madurez al choque. El Barça, últimamente, se le suele dar bien ese campo. Messi, Neymar y Suárez comienzan a afilar sus armas. Anaconda.