Ayer, sobre las diez menos cuarto de la noche, el Barça había eliminado al brioso Villarreal y, en el marcador de la televisión, aparecía como resultado total un bonito 2-6, un guiño numérico a aquella mítica temporada que, curiosamente, inició su cosecha con la recordada final de Mestalla, precisamente contra el Athletic Club: la final del yayardo, de Messi y de Bojan. Ojalá sea eso, un buen presagio para lo que resta de temporada: la puerta de la gloria.
Porque el partido de anoche en El Madrigal tuvo poca historia, a pesar de las ganas que le puso el equipo de La Plana, el trámite lo resolvió Messi con una genialidad a los tres minutos de partido. El genio de Rosario se sacó un pase al espacio donde entró Neymar para, con un suave toque, superar a Asenjo. A partir de ahí no hubo eliminatoria aunque sí partido. Los amarillos se empeñaron en ganarlo y aprovecharon una entrada terrorífica a Busi del impresentable Pina que le llevó en camilla camino de vestuarios. La falta del mediocentro de Badía se notó en la continuación de la jugada pues Jonathan dos Santos pudo rematar a gol con comodidad un balón centrado desde la banda contraria. El ex canterano lo celebró como si de la final de Champions se tratara faltando al respeto de un club y a una afición en la que se formó como futbolista. Cruz y raya.
El gol espoleó a los groguets en busca de ganar el partido, y si eso, esperar a que sonara la flauta pero Pina, quien debía haber abandonado el campo tras la entrada a Busi, redondeo su penosa actuación con otra escalofriante entrada, esta vez a Neymar, que se salvó de milagro de una importante lesión. La expulsión del manchego acabó con las esperanzas de su equipo de ganar el partido y Suárez, poco después, convirtió un pase-cañonazo de Machete en una asistencia, se rifó a otro ex perico (está lleno, como en las bodegas de los barcos) y definió como lo que es: un killerazo.
La salida de Xavi dio más control del partido al Barça y un buen pase suyo a la cabeza de Neymar redondeó el marcador de una gran noche en la que solo falló la lesión de Busi. Si al final su ausencia es de unos pocos partidos, será un mal menor para lo bestial de la entrada.
Al final será el Athletic Club el que se medirá con el Barça en una final, en la que como siempre que jugamos nosotros, no hay sede y que acabará jugándose donde siempre. Hay que agradecer a los vizcaínos que se encargaran de hacer el trabajo sucio y amargarles su “gran noche” a los de la força de un resentiment o de la minoria fastigosa. Todo vuelve al principio, a la final contra los leones en Mestalla, esto es un bucel, culerdos ¿Gol de Toquero?.