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Crónica

Asalto al poder

A más de uno ayer en la capital del reino se le atragantaron las porras cuando iban cayendo los goles y, con ellos, el liderato de su Madriz. Han sido cuatro largos meses de BBC, de ser el mejor Madrí de la historia, de tripletes, sextetes, del bicho, del balón de oro y otras historias que hemos tenido que aguantar los culés de forma resignada. Nuestro equipo estaba en formación, las estrellas no acababan de encajar y el ruido de sables y los tribunales era lo más habitual en la actualidad culé.

Pero hubo un cambio que todos ubican en el vestuario de Anoeta pero desconociendo la causa exacta. Lo cierto es que, desde entonces, y con el único lunar del Málaga, el equipo, se ha plantado en la final de copa, ha ido cogiéndole el ritmo a la competición liguera y ayer, tras golear al Rayo de Jémez ha recuperado esa primera posición en la Liga que, a estas alturas, a nadie le parece ya injusta.

Así, con aroma de café recién hecho, nos pusimos a ver la televisión en un horario más propio de otras actividades y con unos colores mucho más vivos a causa de ese sol pre primaveral que ayer adornaba el cielo de Barcelona. Casi no nos habíamos sentado a ver el partido cuando en una recuperación de un saque de banda del Rayo, Xavi asistió a Suárez que abrió el marcador con una definición de gran goleador. Se había abierto pronto la lata y pudieron ser más si al árbitro le hubiera dado la gana pitar un claro penalti al uruguayo que se volvió a escapar o éste hubiera acertado en un pase claro a Pedro en una jugada posterior.

Lo cierto es que el Barça, a la media hora de juego, cayó en un estado de letargo, causado principalmente por la forma de jugar del Rayo que le incomodaba pero que sabía que, más tarde o más temprano, le iba a regalar el partido como en la ocasión en la que, de nuevo Suárez, asistió a Messi y se le fue la vaselina un palmo. Acabó la primera parte sin mayores sobresaltos y esperamos a que, en la segunda parte, se redondeara el marcador.

Y así fue, en una nueva jugada del inconmensurable Suárez, se sacó un corner y, tras un remate de Alba al palo, remató a un metro Piqué, mordida como suelen marcar los centrales. El partido ya estaba a punto de caramelo y un claro penalti a, oh sorpresa, Suárez lo transformó Messi tras haber de repetir el lanzamiento por haberse movido el portero.

Con tres a cero y un jugador menos aquello se convirtió en una ruleta rusa en la que solo se ponían balas cuando disparaba el Rayo. Cayeron tres más, pero pudieron ser seis. El cuarto fue de Messi, tras una jugada de un señor del que todavía no hemos hablado, Suárez, que la pinchó dentro del área, disparó a puerta y Messi tomó el rechace del portero. Fue el segundo del argentino. El tercero de Leo, o quinto de la tarde, fue una obra de arte del más grande que se escurrió dentro del área y con un amago sentó a Cristian Álvarez. El último de la mañana tenía que ser de Suárez que tras asistencia de Messi supo definir en el cara a cara con el portero rayista.

Fue la de ayer una de las mejores actuaciones de Suárez que está convirtiéndose en pieza básica del equipo y que parece compenetrarse con Messi, que ayer igualó en el pichichi al cani de Madeira, como si ambos llevaran jugando toda la vida juntos.

Ya sé que queda mucho y yo soy el primero que pide prudencia para lo que queda, comenzando por la inquietante visita a Ipurúa, pero la de este fin de semana es de esas alegrías que, de vez en cuando te da el fútbol y que hay que disfrutar sin contención. Ya hemos sufrido bastante en los últimos años, nos toca disfrutar un poco ¿no?