El Barça ayer se vistió de etiqueta para situarse de nuevo en semifinales de la prestigiosa Champions League. Luis Enrique no dudó en vestir al equipo de sus mejores galas para dar al evento el protocolo requerido y los jugadores respondieron de forma adecuada a lo que se les pidió. Vieron cómo ese esmoquin de Armani que tanto éxito les dio todavía luce en las ocasiones y, si se le resguarda bien de las polillas, puede dar un último uso en Berlín.
Así, de gala, el equipo respondió a las mil maravillas mientras se le requirió y algunos jugadores, especialmente Iniesta y Alves, recordaron lo bien que les quedaba el traje. El PSG con sus piezas sueltas del carísimo Versace se dio cuenta enseguida que, ante el Barça, no eran más que nuevos ricos mal vestidos y el encuentro se esfumó con la misma rapidez que el Barça impuso su ley.
Así, el Barça nos regaló un fútbol de quilates durante la primera parte con todas las piezas bien engrasadas y unos solistas en estado de gracia. Para colmo, Iniesta, que ayer fue de nuevo Don Andrés, nos regaló con una jugada magistral en la que, recibiendo el balón en defensa fue sorteando a todos los parisinos que se le situaban enfrente para asistir finalmente a Neymar que definió con mucha calidad. El Barça fue amo y señor de esos minutos y Alves con un gran regate asistió al goleador de la noche para que que cabeceara sin piedad al portero italiano del PSG. Fin de la gala.
En la segunda parte Lucho tuvo a bien ir quitando el esmoquin al equipo por piezas y primero le cambió los zapatos. Salieron con otros muy buenos pero ya muy desgastados y la solemnidad del encuentro fue bajando. El cambio importante fue de chaqueta, cuando se fue Busi y entró Sergi Roberto que no pasa de ser una caliente chaqueta de pana. El equipo volvió a la vulgaridad poco a poco y la carroza volvió a ser calabaza y eso que apenas eran las diez de la noche.
Hubo cambio de pajarita final por otra que anda algo deshilachada y poco más se vio en el terreno de juego.
El Barça vuelve a donde siempre, a su hábitat natural desde hace una década, a excepción del año sabático que se tomaron para aprender a hacer asados, ahora a esperar al sorteo y a guardar bien el esmoquin para mejor ocasión. Ojo con las polillas.