Este Barça se ha guardado las mejores esencias para el final y, cuando nos estamos acercando al mes de mayo, destila el mejor fútbol de la temporada.
Porque ayer, hasta que el mequetrefe de turno quiso, se vio un recital de fútbol en Cornellá, un dominio aplastante de un equipo que salió a resolver el partido y que, antes de cumplirse el minuto diez de partido, ya había tenido dos ocasiones clarísimas para adelantarse en el marcador.
Ni el horario, ni el césped, ni la supuesta rivalidad extrema de los rivales afectó al equipo en una colosal primera parte. De hecho, se rozó el 80% de posesión, pero esta vez en campo rival, algo solo al alcance de privilegiados de este deporte.
Así, el dominio fue tan inmenso que el partido pintaba a goleada histórica hasta que al del pito se le ocurrió que ya era suficiente.
Como consecuencia lógica del dominio exultante vinieron los dos goles que al final dieron los tres puntos vitales para el campeonato. El primero, un gran pase de Messi que ayer jugó de lo que le salió del miembro, que Alba pudo tocar en carrera, Suárez la dejó pasar haciéndose él mismo su jugada preferida y remató Neymar a placer. El segundo fue una jugada en la que Iniesta, que estuvo sublime otra vez, dio una asistencia a Suárez algo adelantado a la defensa, y éste asiste a Messi en el otro lado y el más grande define como solo él sabe hacer.
Lo dicho, después del segundo gol hubieran podido caer más pero, unas veces la falta de acierto de los tres de arriba, y otras el portero del maligno en singular, evitaron un marcador que reflejara la diferencia en el tiempo.
La segunda parte comenzó mal, con el de negro pidiendo disculpas a los españolistas por el segundo gol blaugrana. El ánimo de compensación estaba en su subconsciente y a la primera que pudo, hizo de rey Salomón. En una jugada absolutamente intrascendente en la que Alba le pide córner y da saque de puerta, le saca dos amarillas por la misma protesta, algo realmente inaudito viendo la permisibilidad con las protestas si vas vestido de blanco y, evidentemente, premeditado, que pudo hacer peligrar el partido si el Español se lo hubiera creído más. Afortunadamente, el Barça supo aguantar muy bien la situación y acabó remando toda la segunda parte para llevar la nave a buen puerto.
Está claro que lo de ayer es un aviso a navegantes: lo que se ha visto hasta ahora con los arbitrajes será un juego de niños con lo que nos espera. Ya lo dijimos la semana pasada y no nos cansaremos de repetir el agravio comparativo entre los arbitrajes de los dos clubes que se juegan la Liga. Pero es tal la fuerza de este equipo que lo van a superar con la ayuda de la afición que, espero, llene el campo en todos los partidos que restan de temporada.
¡Así sí, Barça!