Hay pocas cosas más bonitas que ir a ver una final del Barça. De este Barça, el de Messi, el jugador más grande que jamás veremos en el tapiz verde que llamamos Camp Nou y que ayer, a pesar de estar invadido por los aficionados rivales volvió a ser el marco de otra de las páginas de la historia de este club.
Pero empecemos por el principio. Día fantástico en Barcelona, quizás demasiado calor, y una invasión pacífica de camisetas rojiblancas que parecía haber dejado deshabitada Bilbao y que, haciendo números, era imposible que cupiesen en el enorme campo culé.
Y es que pasear por plaça Catalunya, Ramblas y todo el centro de Barcelona era encontrarte con familias enteras de aficionados que lo ocupaban todo: bares, terrazas, restaurantes, llegando a cierta hora de la tarde a empalagar. En cualquier caso era su fiesta, hasta las 21,30h.
Después de saborear una opípara comida y de los copazos de rigor para entonar el cuerpo, mis amigos y yo nos encaramos hacia el templo sagrado para ocupar nuestras localidades. En ese momento tan solo había camisetas rojiblancas. Poco a poco, los culés fueron ocupando el Gol Nord y el estadio se convirtió en un hervidero de aficiones en el que la del Athletic siempre era mayoría.
Sonó el himno, o eso pareció, y se unieron los pitos al preparao con los de la marcha real que tanto gusta en la caverna. Una anécdota que por la noche se encargaron de convertir en portada los de siempre.Que bien viene la frase que dedicó Maradona a aquel periodista en estos momentos…
El partido comenzó sobre el tapete blaugrana y el Barça, que salió con su equipo de gala, se puso manos a la obra hacia el minuto quince cuando el más grande comenzó a entrar en juego. Los que tenemos la suerte de haberlo visto en vivo nos damos cuenta de que en directo, el rosarino, todavía impresiona más. Es una especie de demonio de Tasmania que cuando toma la pelota es prácticamente imparable, incluso a veces, haciendo falta.
Pues eso, que se estaba aburriendo y se le ocurrió hacer una jugada que pasará a la historia de este club, de este jugador y de todos lo que tuvimos la suerte de verlo. Partiendo de parado y casi en la raya de centro de campo, comenzó a sortear rivales, haciéndo un slalom meteórico de tal modo que se rifó hasta a cinco jugadores antes de soltar un zurdazo impresionante que batió a un Herrerín que no estaba para aguar la fiesta a la historia.
El verdadero Rey, el que estaba en el campo, dijo que ya había suficiente y siguió mandando hasta que, de nuevo, inició una jugada magistral que culminó Neymar con el 2-0. La Final era casi nuestra y todavía quedaban 45 minutos. En la segunda, el Barça bajó el pistón pensando en Berlín y el torpón Athletic fue incapaz de ligar dos jugadas con sentido. Tal fue la superioridad que, en una entrada de banda casi sin peligro de Alves, la pilló Messi adelantándose al central y lo convirtió en el tercero de la noche. A esas alturas la mayoría rojiblanca estaba tan calladita que solo se escuchaban los cánticos culés.
El gol de Williams casi al final del partido ni siquiera animó a sus compañeros que tenían ya la derrota en sus rostros. La frustración la acabó pagando Neymar que, harto de que le hincharan a patadas, decidió vengarse a su manera, con un poquito de cachondeo. La situación la aprovecharon los jugadores rojiblancos para sacar pecho ante su afición que volvió a entonar cánticos sin parar hasta que desalojaron el campo. No quiero imaginar el día que ganen algo.
Del arbitraje no vale la pena hablar pero sí de la seguridad que dio Busi en la medular y los dos centrales atrás. A Suárez lo vi un pelín torpón y Iniesta tuvo la mala suerte de lesionarse. Espero verlo el sábado en Berlín.
Bueno, espero ver también a todos los culerdos del Yoya que, como yo, desean completar este fantástico e irrepetible trébol que significaría ganar también la Champions. Solo queda un paso, pero es el más difícil. Xavi, te falta levantar una.
Força Barça!!!!!