Comenzamos el curso con un título y eso es bien. La colección de trofeos de estos jugadores comienza a ser tan legendaria que, ahora que vamos a iniciar la reforma del Camp Nou, no estaría de más plantearse cambiar el nombre: “estadi En Lionel Andres Messi i amics”.
Dicho esto y reiterando mi agradecimiento perpetuo a este grupo de jugadores y entrenadores que nos han devuelto el orgullo de ser culés, diré que anoche, por momentos, vi peligrar la consecución de un título que, allá por el minuto 50 estaba aparentemente sentenciado.
Pero iremos por partes. Luis Enrique, tras los ensayos de pretemporada volvió a buscar su equipo titular, teniendo en cuenta las ausencias de Alba y Neymar. Sus sustitutos, Mathieu y Rafinha tuvieron suerte dispar: mientras el hijo de Mazinho tuvo buenos minutos y marcó el tercer gol del Barça, el francés estuvo especialmente desastroso y desafortunado convirtiéndose en una de las armas de ataque predilectas de Unai Emery.
El partido comenzó de una forma eléctrica, con el Sevilla atacando como si no hubiera mañana y el Barça sorprendido. El árbitro vio falta a un toque de puntera de Mascherano y el siempre motivado contra el Barça, el precursor de los selfies, Ever Banega se sacó un lanzamiento perfecto que abrió el marcador.
Messi, que había hecho cinco horas de vuelo hasta Georgia (on my mind) para llevarse el título, apretó el botón y en apenas cinco minutos se sacó dos faltas de su maravilloso repertorio y remontó el partido con la tranquilidad con la que los demás vemos el partido cuando él está enchufado. A partir de ahí y hasta el final de la primera parte el Barça se gustó, con Busi, Rakitic e Iniesta al control y Messi tomando las riendas de las jugadas de peligro. El Barça pudo marcar el tercero si el árbitro, un tal Collum que se hará famoso en esto, no hubiera hecho caso al asistente en una jugada en la que se vio claramente que Mathieu asistió legalmente a Suárez. Otro atraco en una final, parece que es la norma de la casa o, como dice el gran Irascible, la penalidad que tenemos que soportar por tener al mejor jugador del mundo.
Al final de la primera parte el fútbol acabó siendo justo con el Barça y Suárez, arrancando de su propio campo se quedó solo ante Beto y, a pesar de fallar en su remate, recuperó su rechace y asistió magistralmente a Rafinha que puso justicia en el marcador. La final estaba ya muy encarrilada.
La segunda parte se inició de la misma manera y el Barça siguió dominando de tal modo que Busi recuperó un balón y asistió a Suárez que marcó un merecido gol que pareció sentenciar la final. Gran error.
Iniesta sufría unas molestias y fue sustituido por un pusilánime Sergi Roberto que no entendió a lo que estábamos jugando y el Barça se fue perdiendo en su propia indolencia. Una jugada en banda izquierda sevillista acabó con Reyes rematando solo con Machete y Mathieu absolutamente descolocados y perdiendo marcas. Luis Enrique quiso asegurar con el cambio de Bartra por Rafinha y situando a Machete de doble pivote y la cosa, lógicamente, empeoró. La cosa comenzaba a pintar mal, el Sevilla se lo creyó y Collum puso su granito de arena pitando un discutible penalti en un forcejeo del fumador francés con el espabilado Vitolo que acabó con el gol de Gameiro. El Sevilla se puso a un gol del empate y todos teníamos la sensación de que acabarían marcando. Y así fue, pocos minutos después, en una jugada por banda derecha de Inmobile, Bartra se quedó mirando el molde de su cadera y Konoplyanka remató casi a portería vacía. Un desastre con el ultrasur de Antena 3 desgallitándose.
Afortunadamente, Unai tuvo miedo y retrasó al equipo y, por fin, Luis Enrique tomó una decisión acertada en el partido, sustituyó a Machete y entró el enfadado Pedro que acabó siendo el héroe del partido. Se llegó a la prórroga y apenas hubo ocasiones a causa del cansancio. Cuando todos temíamos los penaltis, Messi sacó fuerzas de no se sabe dónde, hizo un slalom de los suyos, sacó una falta, la lanzó, hubo penalti en la barrera que no se pitó y en el rechace volvió a chutar obligando a Beto a hacer un paradón pero ahí estaba el legendario Pedro para sacarse su gol de la chistera, su último servicio a su club de toda la vida.
No sé si tomarme demasiado en serio lo que pasó tras la salida de Iniesta del campo pero no estando ya Xavi en el banquillo, la distancia entre titulares y suplentes es preocupante y puede llegar a ser decisivo. La maldita sanción de la FIFA ha impedido completar como sería deseable ese hueco y, seguramente, lo pasaremos mal hasta enero. Es nuestra penitencia por tener a pusilánimes e incompetentes al mando.
Volvemos al camino de 2009 con este cuarto título sufrido, como se sufrió contra el Shaktar en Mónaco y con el mismo protagonista al final, Pedro, Pedrito Rodríguez, el hijo del gasolinero, el incansable tinerfeño. Espero que, como suele suceder, se te valore como mereces cuando ya no estés aquí, y, vayas donde vayas, siempre esperaré que te vaya bien, mejor, que te vaya muy bien.
¡Supercampeones!