Que el equipo no anda fino no es ningún secreto. Desde aquella segunda parte en Tiblisi en la que el Sevilla nos empató a cuatro cuando ganábamos cuatro a uno el equipo ha ido confirmando sus inseguridades. Las circunstancias no han ido, precisamente, a favor y hoy, habiendo transcurrido apenas un mes de competición, con parones incluidos, la situación comienza a ser preocupante.
Ayer Luis Enrique optó por los centímetros y por el músculo con tres centrales y dejó a Alves en el banquillo, colocando a Roberto en el lateral en una decisión que nadie discutió vistos los méritos acumulados del canterano. Arriba el elegido fue Munir tras sus buenos minutos en Champions. Nada le salió bien a Lucho.
Porque la primera parte de ayer en el Pizjuán fue disputada pero de baja calidad futbolística. El Barça adolecía de combinación y sus jugadas comenzaban y acaban con el motivado Neymar que, a base de conducciones y alguna buena combinación, consiguió crear sensación de peligro. El Sevilla bien armado atrás, esperaba su momento. Pero llegó una de las jugadas claves del partido: Neymar chutó una gran falta que dio en el poste y en la espalda de Sergio Rico paseándose el caprichoso balón por la línea de gol sin entrar y ante la pasividad de Piqué que, tan solo tenía que lanzarse al suelo para rematarlo, al final lo pudo rechazar la defensa. Esa jugada definió bien el partido: ayer no era el día del Barça. Poco después, un ayer desconocido Suárez remató a la cruceta, fue lo único que hizo el charrúa en todo el partido.
Envalentonado por la suerte a favor y con la agobiante necesidad de los puntos el Sevilla, sacó fuerzas de flaqueza y decidió salir a por el Barça tras el descanso. La contundencia de Krohn-Dehli y la velocidad de Gameiro fueron suficientes para desarbolar a una defensa de broma con Mathieu que salió en todas las fotos y con una banda izquierda que pareció una pesadilla. Fueron quince minutos de máxima intensidad sevillista y de empanada culé que sirvieron para finiquitar el partido. Esta vez no estaba TerStegen para echarle la culpa.
Cuando el partido estaba perdido y el Sevilla volvió a su nivel el Barça comenzó a ponerle tensión apareciendo Neymar como protagonista absoluto. El problema es que nadie le acompañó. Se fabricó un penalti, lo lanzó y chutó hasta dos veces más provocando buenas paradas de Sergio Rico. Pero la jugada del merecido empate la tuvo el recién incorporado Sandro que, en una jugada que era gol o gol, chutó al palo.
En fin, que ayer no fue el día del Barça ni de sus preocupantes defensas. El Barça no manda en las áreas ni le pone la tensión necesaria de inicio para dominar con mayor temple los partidos. Lo que hace que no marque en las primeras partes (dato muy significativo) y los rivales siempre tengan la oportunidad de marcar, o bien, pasar por encima como hizo el Celta.
Comienzan hoy quince días de reflexión y después una serie de partidos relativamente asequibles para enderezar el rumbo. Mucho tendrá que trabajar el equipo. Lo que no haré a principios de octubre es enterrarlo, sobre todo si recordamos lo ocurrido el año pasado tras el partido en Donosti. Queda mucho pero lo que veo ahora es preocupante, muy preocupante.