Corría 1988. Un niño del extrarradio de 13 años va su primer día a un instituto público que siempre fue provisional y recibe un huevazo como bienvenida a la vida. 10 años en un colegio religioso no te acercan tanto a la realidad del mundo como una inocentada el primer día de agobio en una ratonera.
El huevazo se lo había merecido todo el Barça el año anterior, motín del Hesperia incluido. La gente ya no iba al campo, habíamos hecho el ridículo en Sevilla un par de año antes y Núñez eligió a Cruyff para salvar su pellejo.
Para un crío que en el patio del colegio retransmitía los partidos de sus amigos en lugar de jugar al fútbol el destino era acabar de periodista deportivo. Afortunadamente me di cuenta a tiempo de que era mejor vender el alma al diablo y pasar la eternidad en las calderas de Pere Botero que simplemente venderme.
Nunca me interesó el fútbol, pero sí los números. Y en 1987 ya apuntaba los resultados y tenía un calendario Dinámico del 82 que me atraía. 1988-89 fue la primera temporada en que seguí todos los partidos de mi equipo. Era mi primera vez, el inicio de todo.
Era el inicio de mi adolescencia, acompañado del Barça. Cruyff cambió el ciclo histórico culer, pero eso aún no lo sabía nadie.
Aquella Recopa del 89 fue mi primer título. Mío. Era mío. Comienzo a seguir a mi equipo y gana en Europa. ¿Qué más se puede pedir para comenzar?
Mi afición por la radio hace que siga los partidos por la nueva Radio Club 25. Arús cuenta en tono de broma los partidos y me lo paso bien en cada uno de ellos.
Debutamos y ganamos 0-2 en Reykyavik mientras tengo clase por la tarde. Me llevé la radio para saber entre clases como iba el resultado.
A la vuelta 5-0 y el Lech Poznan en segunda ronda. 1-1 en la ida, 1-1 en la vuelta y a lanzar penalties en la gélida ciudad polaca. Alexanko falla el suyo pero pasamos.
Lo miras desde la perspectiva actual y piensas… cómo pudimos estar a punto de no ganar nada ese año por una tanda de penalties en un país aún comunista. El inicio de todo peligraba.
Cuartos de final, otra eliminatoria justita contra el Aarhus (con las consiguientes coñas en Radio Club 25). El inicio de todo continuaba.
Semifinales, el Sredets de Sofía de un joven Stoichkov nos lo pone complicado, pero lo superamos y nos regala a un jugador que sería decisivo en el cambio de ciclo. Parte del inicio de todo.
Y llega la final. Wankdorf Stadion de Berna. 28 años después de la final de los palos cuadrados que acabó con el equipo de los 50. 27 años antes del segundo triplete de nuestra historia. Sí, era el momento de iniciar todo.
TV3 retransmite la final y yo la grabo en el VHS nou de trinca de mis padres. No conservo la cinta porque la pasé a formato digital hace ya tiempo. Pero ahí están Eduard Boet y Josep Lluís Merlos retransmitiendo una final, contando que es la cuarta final europea del Barça (contad cuántas llevamos ahora). La Sampdoria es un equipo desconocido con unos tales Pagliuca, Mancini y Vialli que luego serán la base de Italia, desbancarán al Milan de su trono (pese a que el mito madridista de la sanción del Milan siga presente en el imaginario colectivo) y nos disputarán la final de la última copa de Europa tres años después.
Boskov entrena a la Samp. Ex de Madrid y Zaragoza.
Y el otro banquillo nunca más se verá. Carles Bestit, fallecido, Cruyff y Rexach en sus cosas, Àngel Mur retirado y Corbella retirado a la fuerza.
En el momento en que, según Boet, Cruyff fuma su segundo cigarrillo (que le costaría un infarto años más tarde y una conversión al anti-tabaquismo), Alexanko saca una falta en largo al extremo donde juega Lineker. Pari falla el tackle, Lineker se zafa de él, centra a placer al segundo palo donde espera Roberto Fernández. Roberto le gana el salto a dos defensas, su cabezazo envía la pelota al suelo, bota y supera a Pagliuca, otros dos defensas se pasan de frenada y Salinas remata a placer en el gol donde están gran parte de los 20000 culers.
“Quin cop de cap de Robert”. Incluso la infografía le da el gol a él.
Vialli y Mancini no harán nada durante todo el partido. El primero tocado antes del partido y “tocado” tres veces por un Aloisio Pires a lo Arbeloa. El segundo, también lesionado. Además en el 50, la Samp ha agotado los cambios por lesión.
No es un partido demasiado bonito, como todas las finales, y ese gol marca a la Sampdoria que va a remolque durante todo el partido.
En la segunda parte Cruyff decide sacar al nano Soler por Milla y a Luis López Rekarte por Txiki Begiristain. Y aquí comienza la flor de Cruyff. Falta en la lateral del área (del Barça):
La falta la bloca Zubi sin problemas, hace un ter Stegen y sirve la pelota en ventaja a Soler, que comienza a correr como si le fuese la vida en ello. “Vinga la cursa de Soler”.
López Rekarte le acompaña por la izquierda, Lineker por la derecha, más lejos. Soler pasa en profundidad a Rekarte y le deja solo ante el portero.
Boet grita “Som-hi, Rekarte!”. Merlos se desespera: “Lineker està sol!, està sol!”.
Y López Rekarte se marca un Belletti 17 años antes que el brasileño. El inicio de todo está en marcha.
La tele destaca que ambos han sido cambios de Johan. La flor.
De ahí a la copa no queda nada. George Courtney, el árbitro, señala el final del partido dando la mano a los jugadores (?) mientras Salinas está en el suelo por una entrada. Hemos ganado. He ganado. Tengo 14 años y he ganado. Esto es jauja.
Quizás sea una Recopa normal y corriente, la tercera, que nos quedamos en propiedad. Pero para mí fue mi primer título, mi primer recuerdo agradable de muchísimos. Nadie podía imaginar que aquello era el inicio de todo. ¿O sí ? Quizás un adolescente de 14 años se dio cuenta de que apoyar a tu equipo incondicionalmente, fuera de hooliganismos, bandos y basura mediática daba satisfacciones. La identidad personal que estaba formándome quedó marcada (entre otras cosas) por esa final.
25 años más tarde el fútbol y el Barça han cambiado de manera radical. Tenemos 5 copas de Europa, dos tripletes, tres mundiales de clubs, el mejor jugador de la historia surgido de nuestra cantera y el ciclo del fútbol español definitivamente modificado a nuestro favor. Ya no quedan marcadores como los del campo del Aarhus, ni Recopas, pero queda el Barça.
25 años más tarde ya no quedan países comunistas en Europa, cayó el muro, se desintegraron la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia. E Islandia va a la Eurocopa.
25 años más tarde aquel crío del huevazo es ingeniero, vive su vida tras pasar por malos momentos y sigue tan enamorado del Barça como a los 13. Ya no están algunas personas que me inocularon el virus del barcelonismo. Pero por ellos, por todo lo que he vivido sólo puedo acabar mi debut con un “Visca el Barça i visca Catalunya”.