Poco se puede decir del partido de ayer en el Ciudad de Valencia. Lo más evidente es que fue malo. Malísimo. Sobre todo por parte de un equipo como el Barça, que salvo excepciones como en copa ante el Valencia (cabrá preguntarse, quizá, qué grado de responsabilidad tuvieron los ches en lo sucedido el miércoles), está sacando resultados excepcionales para el juego que desarrolla. Ayer de nuevo, un rival clarísimamente inferior (tan inferior que es colista destacado) superó a los azulgrana durante largas fases del partido. ¿Preocupante? Posiblemente no, porque la solvencia del equipo parece fuera de cualquier duda después de la recta final del curso pasado. Pero…
El arranque del encuentro fue esperanzador por parte culé; ritmo de pelota alto y desarrollo del juego en tres cuartos granota. Así llegó el primer gol del partido: combinación en la frontal, pase de lujo filtrado de Iniesta, y Messi bate a Mariño entrando como una centella desde segunda línea. Golazo… anulado por un fuera de juego inexistente por un par de metros. Incomprensible. El ‘no gol’ pareció afectar negativamente a los culés, a los que el ritmo les duró apenas tres o cuatro minutos más, mientras que el Levante empezaba a soltarse un poco en ataque, buscando al Barça arriba y forzando un par de corners. Mientras, los barcelonistas parecían transitar por el partido con la certeza de que la cosa acabaría cayendo por su propio peso. Y así fue; primero con una buena acción de Neymar, con recorte y chut al palo largo que sacó Mariño, y después con una gran jugada por banda izquierda de Alba, cuyo centro acabó metiendo Navarro en su propia portería. 0 a 1 y escenario totalmente de cara para los de Lucho, que poco después pudieron ampliar la ventaja tras una acción de Ney que Suárez no acertó a rematar. Ahí se acabó el Barça en la primera parte, y el partido pasó a ser claramente dominado por un Levante voluntarioso, pero absolutamente falto de contundencia. Berza de falta, Deyverson en remate acrobático, Lerma y sobre todo Morales en un chut al poste, pudieron poner un empate que quizá hubiese hecho justicia a lo visto hasta ese momento, pero por fortuna para los culés, parece claro por qué el Levante es el último clasificado de una liga ya de por sí bastante mediocre.
La segunda parte transcurrió por los mismos derroteros que el final de la primera. Tal vez con menos sensación de peligro por parte levantinista; debido quizá al cansancio, o a que por fin el Barça se propuso (tampoco con demasiado éxito, todo sea dicho) ‘defenderse’ a través de la pelota. De todas maneras y por mucho que ayer el viento fuese un hándicap, las dificultades de Piqué y Machete para defender el dos para dos en balones largos es algo a mejorar y mucho, cara a citas de más enjundia. El partido parecía abocado al 0 a 1, con un Levante incapaz de generar ocasiones claras pese a tener la pelota en zonas de peligro, y un Barça que no parecía saber muy bien si debía matar a la contra, conservar la posesión o qué hacer exactamente. Según se acercaba el final del partido, la inquietud por otro desenlace como el del Depor o Valencia aumentaba, hasta que ya en el último minuto de descuento y con el Levante volcado arriba, una contra llevada por Messi acabó en pies del uruguayo, que puso la sentencia.
0-2, 3 puntos más y una jornada menos.
Y ya está.