Pintaba a partido trampa, la visita del Celta al Camp Nou. Rival complicado que parecía tenerle tomada la medida al Barça, horario poco apropiado, tiempo desapacible… No eran ni mucho menos mejores las sensaciones a la media parte, con empate en el marcador y otra vez el equipo desconectado y sin juego. Sin embargo, cuando se juntan tres tipos como el mejor jugador de la historia y sus dos ‘secuaces’, es un error sacar conclusiones precipitadas; sobre todo cuando éstas son negativas.
La primera parte tuvo realmente poco que contar. Los culés salieron a contemporizar (como viene siendo costumbre últimamente), y los vigueses bastante confiados en saber cómo buscarle las cosquillas al Barça. Así fueron llegando ocasiones a cuentagotas, primero en un tiro desviado celtiña por parte de Señé, y después en una falta que se fue fuera de Leo y un par de combinaciones con Neymar como protagonista; la primera tras un buen robo y pase de Andrés que paró Sergio, y más tarde en una pared con Messi que el argentino no definió. En el 24, un error de Sergi Roberto (perdidísimo ayer) estuvo a punto de costar un gol en contra, pero una vez más, Bravo estuvo excelente. Y así llegó la primera genialidad de la tarde: falta lejanísima que Messi, quién si no, coloca en la escuadra como quien no quiere la cosa. 1 a 0… y si el partido ya era de revoluciones bajas, el Barça pareció pararse definitivamente; cosa que el Celta aprovechó para avisar primero mediante voleón de Beauvue que sacó Bravo, y matar después ‘gracias’ al absurdo penalti que Jordi Alba cometió sobre Guidetti. El propio sueco se encargó de transformarlo y poner el empate con el que se llegó al descanso.
Que el panorama iba a ser bien distinto en la segunda mitad quedó patente casi desde el arranque: mayor intensidad y ritmo, y el juego desarrollándose siempre en campo celeste. Así, en el primer minuto Neymar se marcó un jugadón por línea de fondo, cedió a Suárez y el uruguayo mandó su remate al palo. Sergi Roberto tampoco acertó a meter el rechace entre los tres palo. En el 55, Sergio paró un flojo chut de Iniesta a pase de Leo, y dos minutos después Neymar tampoco supo definir rodeado de contrarios. Parecía que el gol era cuestión de tiempo y así fue: pase bombeado de Messi a Suárez, que el uruguayo clava de puntera en la escuadra gallega. Otra vez ventaja en el marcador, y de nuevo minutos de sesteo blaugrana, que por fortuna, esta vez el Celta no supo aprovechar: Guidetti primero y Wass por dos veces (un chut fuera y otro paradón de Bravo) tuvieron el empate en sus botas, pero no no supieron culminar. Así, cuando el partido parecía irse por derroteros peligrosos, con un solo gol de ventaja y con cada vez menos tiempo para la reacción ante un eventual gol gallego, llegó otra aparición fulgurante de los genios blaugrana. Esta vez con los tres como protagonistas, además: cambio de ritmo bestial de Messi, pase a Neymar que pierde de vista el balón pero en el último momento se mea al meta con una pisada brutal, y Suárez remacha el gol sobre la línea. Jugadón, golazo y tranquilidad en el marcador. Tranquilidad que sin duda también encontró el equipo, que desde ese momento comenzó a gustarse. Neymar protagonizó otra jugada de habilidad que le sacó de nuevo Sergio, y en la acción siguiente, Leo le hace un traje a un defensa celeste, que le derriba en el área. Penalti y una vez más, cierto ‘show’ con quién sería el lanzador. Finalmente, Messi planta el balón, el árbitro da la señal para que lance, el argentino toma carrerilla para marcar el que iba a ser su gol 300 en liga… y en lugar de lanzar, toca el balón ligeramente a su izquierda, donde aparece Suárez para completar su hat-trick. Jugada muy similar a la que ejecutaron Jesper Olsen y un tal Johan Cruyff hace ya más de 30 años: golazo y homenaje (involuntario o no) a otro genio del fútbol, un icono culé y un hombre que debe estar pasándolo regular en lo personal. Orgásmico. Hay que ser muy grande para convertir un penalti que supone un 4 a 1 en un partido más de liga, en una acción que muchos culés recordaremos el resto de nuestras vidas. Estos tipos lo lograron anoche. Chapeau. Tras este clímax futbolístico, simplemente apuntar que el Barça remató el set con una buena llegada de Rakitic marcando de vaselina, y un gran control y definición de Neymar con la izquierda.
Quizá al equipo se le pueda exigir un rendimiento colectivo más alto… y posiblemente sea algo que llegue según se acerque lo gordo. Sin embargo mientras tanto, el barcelonismo tiene mucho de lo que disfrutar con estos tres genios. Que así sea.
Por último, destacar también las ruedas de prensa de Berizzo y Lucho; el argentino aceptando la derrota con deportividad y no siguiéndole el juego de la ‘provocación’ a la Caverna, y el míster culé repartiendo sopapos dialécticos ante las ridículas preguntas de los periodistas deportivos. Con profesionales como ellos, el mundo del fútbol es un poquito menos repugnante.