Preguntaba @Zephyr. cuantas Champions de más tendríamos si Suárez hubiera llegado cuatro años antes. Con solo haberse sabido jugar mejor con los tempos de algunos fichajes, este ciclo sería aun más grande de lo que ya viene siendo. Si, por ejemplo, Villa (que además ya estaba medioapalabrado) hubiese venido un año antes en lugar de Ibrahimovic, nos habríamos ahorrado todo los problemas de aclimatación al estilo de juego y disciplinarios del sueco y aprovechado una temporada más del asturiano en el mejor momento de su carrera deportiva. Aunque gran parte del fichaje de Ibra vino provocado porque el Helmano’o solo aceptaba marcharse a un equipo que le garantizase el mismo sueldo que tenía en el Barça (lo cual ni mucho menos hay que reprochárselo). Y, por lo que hace a Suárez, solo que hubiese venido en la temporada del (pa)Tata Martimo (ya no digamos en la de Tito&Roura), coincidiendo con la salida del propio Villa, y con la demostración cada vez más evidente de que Alexis no iba a dar el salto de quelidat definitivow, nos habríamos ahorrado el trillado recurso de Fablegass como falso9 y la temporada en blanco.
En cualquier caso, es muy fácil pontificar todo esto a posteriori. Y además, todos sabemos que sin Sevilla 1986 no hubiese habido Cruyff ni Dream Team; sin Gaspart, Laporta president; sin tardorijkaardismo, Guardiola, etc.
Por cierto, aunque nunca le seré infiel a mi querido holandés de la nariz puntiaguda, y ya soy mayor para buscarme otro jugador foforito en activo, la verdad es que Luis Suárez me ha producido cierto tilín. No me extraña que la afición del Liverpool, con su proverbial tendencia a elevar a la categoría de mito red a cualquier mindundi (solo hay que fijarse un poco en el tifo y pancartas de la grada de Kop), lo idolatre pese a ganar solo una JuanCarling Cup con ellos y a solicitar en su día activar el “transfer request”para marcharse a un club de losers como el Arsenal. Si a mí pudo conquistarme solo con este sencillo gesto:
Messi, si acaso, ya come aparte; por el disgusto que me llevé, comparable a uno culer, en la final del Mundial de 2014 porque no pudo tener su imagen maradoniana aupado a hombros con el trofeo en la mano; y por como deseo que su despedida del Camp Nou esté al menos a la altura de la de Xavi, para poder llorar a moco tendido ya sin temor a salidas por la puerta falsa y eso.