La figura de Piqué cada vez es más grande y la de los periodistas deportivos cada vez más pequeña. Gerard domina las redes sociales y tiene ese punto de acidez para remover los cimientos cavernarios que digieren mal los tweets mezclados con carajillo y callos. Pero si no había poco, ahora les ha desafiado definitivamente con el periscope, saltándose las normas más rancias del periodismo, contacta directamente con sus seguidores en vivo y sin necesidad de intermediarios. Evidentemente, los que le odian han ido al cuello sin pensar si les parecía bien o mal, simplemente por resorte, pero a los que más les ha picado es a los de la vieja escuela. Si el otro día se quejaba amargamente Besa, hoy [el pasado 5 de marzo] es Miguel Rico el que lo hace, otro a quien los años no le han sentado bien, y añora los tiempos en los que tenían el monopolio.
¿Saben qué les digo? Que bravo por Piqué y que ojalá siga con su particular venganza contra quienes no han tenido ningún escrúpulo para crucificarle cuando les ha venido bien para sus intereses. El periodismo deportivo está podrido y solo se salvará por amputación.